sábado, 29 de junio de 2019

PAPAS, POLILLA Y CULTURA

Tiene una lectura compleja explicar a nuestra gente lo que ocurre con las papas en Canarias, uno de los pueblos del mundo con mayor consumo por habitante y año, - más de 40 kilos-, con una cultura local rica, con variedades propias (papas de color), sólo comparable con el mundo andino, con Perú o Bolivia.

Papas y el vertedero de Arico

Estos días se transportan a dicho establecimiento entre 10 y 20 Tm de papas bichadas diarias, de agricultores que han perdido hasta el 50 % de su cosecha.

La polilla guatemalteca (Tecia solanivora) se introdujo hace unos años en las islas por la importación de papa de siembra de fuera. Aquí importamos todo, pero el control fitosanitario en nuestros puertos y aeropuertos tiene un papel pobre, por lo que las plagas han tenido siempre las puertas abiertas.

La polilla se propaga con más facilidad en suelos secos, y este año ha llovido un 70% de la media de las islas.

Ruptura de una cultura

Antes, cultivábamos a tres hojas (papas – cereal – legumbres), ahora papas – papas, estiércol poco. La polilla encuentra un campo de expansión en el monocultivo.

Hemos devaluado económica y culturalmente el cereal y los chochos. Los precios del cereal y la paja hacen que no sea rentable económicamente lo que antes era rentable social y ambientalmente en una economía de subsistencia. Pagamos por un kilo de trigo lo que cuesta un cortado.

Comprar gofio del país también significa entre otras cosas luchar contra la polilla, así como usar menos venenos en nuestros campos es luchar por la salud de nuestro pueblo. También, labrar y sembrar las medianías es crear miles de puestos de trabajo, incorporando unas 10.000 Has labradas, esto conllevaría ventajas como una menor dependencia del exterior, o una mejor defensa contra los incendios, etc.

Tenemos alternativas. El Cabildo de Tenerife y los centros de investigación como el ICIA, la Universidad de La Laguna, la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias, han hecho estudios en los Campeches, Icod el Alto, Tierra del trigo y otros, planteando cuestiones como la rotación, trampas con feromonas, avispas que atacan a los huevos de las polillas, así como repelentes, o el descanso obligatorio de los suelos atacados por polillas.

Parece razonable que se adopten medidas, y que las cumplamos todos, desde la eliminación de las papas bichadas en la tierra, hasta una rotación, disponiendo por parte de la administración de un banco de tierras como alternativa para los agricultores afectados, o el riego en numerosas parcelas, ya que con un solo riego se salvan numerosas cosechas.

Hemos de tener un mayor control en las importaciones para garantizar una renta mínima a los agricultores, creando estímulos para que nuestros jóvenes vean en el campo una alternativa. Para ello, debe haber una mayor y mejor colaboración entre los político, los técnicos y los agricultores

La polilla es controlable con una cultura que articule naturaleza, prácticas tradicionales y las nuevas técnicas, en una armonía entre el ayer y el mañana, en una sociedad más sostenible, con menos veneno y más cultura, en la que la soberanía alimentaria sea algo más que un alegato vacío.

Valga como referencia que este año hay numerosos campesinos que han obtenido cosechas sin polilla y sin poner veneno, con un buen manejo de los cultivos.

Si compramos gofio del país también luchamos contra la polilla. No dejemos todo para papá Gobierno, impliquémonos en buscar soluciones, aprendamos con los campesinos y los técnicos, con sus aciertos y errores no sembremos en tierra con polilla poniendo veneno, hagamos rotación y usos sanos del suelo, sembrando futuro. 

Sembremos cultura y solidaridad que evite lo ocurrido este año para evitar que las papas de abastecimiento complementen gran parte del ciclo a lo largo del año, es decir lamentamos que en Septiembre tengamos que tener papas importadas para abastecer nuestro consumo, con agricultores que tiran la toalla.

Sembremos ilusión y compromiso está en nuestras manos establecer alguna ayuda para los que hacen las cosas bien y la naturaleza los maltrata.

Solidaridad con los agricultores que sufren lo que trabajan.

sábado, 22 de junio de 2019

El sábado 15 de Junio y la sequía campesina

La gestión de los ayuntamientos democráticos ha ignorado en Canarias al mundo rural, siendo uno de los más destacados la carencia de política agroganadera en los municipios. Los sueños urbanizadores abonados con los alimentos importados, animados con los planteamientos del supuesto suelo “protegido”, y una economía de servicios, han dejado al campo como algo residual; en unos años, pasamos de más de 200.000 campesinos en Canarias a unos pírricos 25.000 en estos momentos y, lo que es peor, seguimos cuesta abajo. Tenemos la obligación de poner en los ayuntamientos concejales de agricultura. Ahora se cuentan con los dedos de la mano los concejales con dedicación a tal actividad en nuestros ayuntamientos. Sin embargo, urbanismo, fiestas y deporte, entre otras, son concejalías con recursos económicos y poder político en nuestras corporaciones. En Tenerife tenemos “Los Realejos” el municipio con más fiestas de España, sin embargo ¿tiene concejal de Agricultura?

La sequía de ideas, ilusiones con nombre y apellidos que hagan de pararrayos y de defensores y protectores de la actividad agroganadera como actividad social ambiental, y que otorguen el valor estratégico que tiene el campo aquí y ahora, es uno de nuestros males. Necesitamos interlocutores municipales que armonicen lo rural, los usos tradicionales con los nuevos moradores del medio rural, y que también tiendan puentes en las mejoras que hemos de incorporar para que las actividades de los abuelos sean posibles. Ahora hemos de convencernos que la actividad agroganadera es básica en los tiempos que nos toca vivir. El concejal de agricultura no es una guinda en el pastel; las corporaciones canarias tienen que poner nombre y apellidos en cada ayuntamiento a la persona que mira y lea lo que ocurre en el campo y en el mar tanto a la hora de sembrar al final de la cosecha. La cultura agraria y la producción de alimentaos es un tema mundial, la cultura de los excedentes tiene las horas contadas. Problemas mundiales en la producción de maíz y soja, dificultades en Argentina o en USA, o los debates sobre los problemas para la salud en el uso de herbicidas claves en la producción, lo ponen de manifiesto.

Demandamos como colectivo un cambio de rumbo para los ayuntamientos, con un mayor impulso de la agricultura y la ganadería, con concejales motivados, con compromiso, conscientes del importante papel que juega el campo, no solo como productor de alimentos, sino, por ejemplo, como agente clave en la crisis internacional del cambio climático, en la prevención de incendios, en el mantenimiento de un paisaje y su cultura, relevo generacional y un largo etc., sobre agricultura y futuro. Hemos de darle continuidad al trabajo y la ilusión de un grupo de jóvenes que hacen surcos en nuestros campos, que han dado pasos positivos en ganadería, mejorando de manera importante la producción de queso, mejorando las razas y las instalaciones ganaderas. En otras cosas hemos mejorado, caso de la producción de cultivos ecológicos: vino hortalizas, frutales… y mejorado en la rotación de cultivo para conseguir una alimentación más sana. La Consejería de agricultura ha dado pasos positivos en los comedores escolares con alimentos de la tierra. En otro estado de cosas, el equipo de la Consejería de Agricultura ha mejorado las ayudas que adeudaban a los agricultores, bien de la UE o de Madrid, congeladas en muchos casos desde el 2011, o bien las ayudas al forraje o al cereal. También tenemos problemas con las importaciones de productos alimenticios de terceros países con arancel cero, o de carácter territorial derivados de los usos y calificaciones de los suelos, vecinos de cultura urbana, usos tradicionales, nuevas leyes y nuevas pretensiones. El mundo rural demanda concejales preparados, con vocación y compromiso con una cultura que ahora no se aprende en la escuela o en la universidad, como bien nos planteaba el querido Pedro Molina, con criterios técnicos y sociales, lucha contraincendios, tierras volutas polilla de Guatemala y otras plagas, problemas comunes: mercadillos de agricultores comarcales ferias y otras actividades que dignifiquen al mundo rural etc.

Tenemos la obligación de mirar para el campo con ojos de campesinos. La tensión que existe entre lo urbano y lo rural se debe, entre otras cosas, a leer el campo desde la ventanilla del coche o de la pantalla del ordenador y tener la nevera llena de productos de importación. Pongamos en cada ayuntamiento al menos un campesino con vocación de aprender, que lleve un sacho al gimnasio o un gimnasio al campo y pongan en la mesa productos de la tierra.

sábado, 8 de junio de 2019

Los Zarzales y el “Cuarenta de Mayo”.

En el lenguaje campesino, el tiempo y el espacio es una escalera que hemos de subir y bajar asociando tiempo y espacio, en la que los aspectos del calendario, el tiempo, lo religioso, las faenas agrarias y las actividades lúdicas tenían una lectura que solían cumplir. La prevención de los incendios forestales tenía un pacto no escrito que se cumplía, es decir, medidas preventivas que se hacían tanto en el plano individual como en el colectivo, como eran la limpieza de maleza en las proximidades de las viviendas, bodegas, gañanías etc, la limpieza y el mantenimiento de los caminos, o bien la lucha contra el fuego cuando convocaban con la voz de la campana. Ahora hemos pasado a una lectura del tiempo y el espacio, solo con calendarios para las fiestas y romerías. La crisis de la cultura campesina, en un campo que cada día es más urbano, menos campesino, pueblos dormitorios con más coches, más gimnasios y menos campesinos. El fuego es cosa de los bomberos, helicópteros, aviones o drones. Lo dicho, el almanaque lo leemos solo para vacaciones y fiestas.

El Cuarenta de mayo era una referencia no solo de abrigo, también era una fecha de referencia en el mundo rural que los campesinos solían cumplir antes los peligros del verano y el fuego, sobre todo en las cinco islas occidentales. De Tentiniguada a Garafía-Frontera, había un pacto no escrito entre los campesinos y el medio. No olvidemos que tenían también miles de animales que demandaban pastos, complementados por un significativo número de arados, sachos, y campesinos. Los incendios en contadas ocasiones quemaron caseríos, ya que el combustible de ahora, antes eran pasto, leña para la cocina carbón, cama para el ganado, o abono para el campo. Ahora, tenemos miles de hectáreas de Zarzas, helechos, cañeros, tojo, maleza en el patio de las viviendas, y sobre todo ausencia de campesinos.

El medio rural como espacio supuestamente protegido, territorio en el que se confunde lo público y lo privado, con un planteamiento romántico de protección, pues hemos declarado más del 40% como espacio protegido, careciendo de presupuestos para gestionar más de 140.000 hectáreas de monte en Canarias, a las que hemos de añadir las tierras de cultivo, hoy terrenos baldíos sin gestión; es más, los ayuntamientos no dicen nada, ya que los planteamientos de obligar a los propietarios a la limpieza de los terrenos abandonados tienen un coste en votos. La política local no mira para el territorio, ya que la lucha contra el fuego se asocia a los Cabildos o bien a otras altas esferas. Tampoco tenemos una cultura ambiental sobre los peligros del fuego en las zonas pobladas, ya que asociamos los problemas a que lo resuelvan las máquinas o un tema policiaco controlando pirómanos.

EL Cuarenta de Mayo lo tenemos a la vuelta de la esquina, si no, leamos lo ocurrido hace unos meses en el país con más recursos del planeta (California).

Moraleja: por hablar de estas cosas y de la defensa de la agricultura son algunas de las razones por la que no nos votaron en Barlovento, no queremos ofender a nadie, pero en el entorno del Barranco de Acentejo entre la Vica y Ravelo hay un ejemplo de libro de mayorías políticas en votos municipales con viviendas rodeadas de zarzas, tanto en Junio como en Diciembre. En política tenemos que hablar de zarzas y del campo, aunque no nos voten.

Sean estas líneas unos surcos de compromiso con lo que hacen surcos y cortan las zarzas, defendiendo la cultura de ayer que labraba unas islas más solidarias social y ambientalmente.

Hagamos las cosas que propone el calendario campesino. No dejemos en manos de la suerte y de las máquinas un tema tan importante como la seguridad en nuestros pueblos. Hagamos prevención como hacían nuestros padres, hagamos que la cultura del campo y el medio ambiente produzcan votos.

Hagamos prevención de fuego a cuatro años, incorporando las tierras valutas a los cultivos, retirando el riesgo de incendios en miles de hectáreas y que los cultivos y la prevención sean cosecha de votos, y no como ahora, en la que no miramos para el monte ni la vegetación que envuelve nuestras viviendas. No dejemos toda la suerte, miremos lo ocurrido en California hace unos meses.

sábado, 1 de junio de 2019

El campo en Canarias: gangocheros e intermediarios

Cuesta entender los que ocurre en el medio rural: una crisis sin precedentes con un abandono masivo del suelo y del medio rural, espejismo urbano consumista, turismo, importaciones de alimentos, sistema dumping en unos casos y excedentes en otros, grandes superficies, atomización de la producción y la distribución agraria, nuevos valores urbanos que desvalorizan lo rural y la cultura del campo, el agua, la tierra el esfuerzo, etc.

De las tiendas de chochos y moscas, o de los miles de comercios cercanos que teníamos hasta hace unos años, hemos pasado a las grandes superficies. Del trueque al carro de la compra. Además, estas grandes superficies provocan la ruptura con el medio rural, ya que se suministran de fuera, pues quieren aquí una oferta concentrada, regular.

Antes, aquí los productos agrarios estaban en manos de gangocheros o intermediarios, con implantación local, ya que en contadas ocasiones salían de la Isla, caso de plátanos o tomates.

Ahora, lo que impera es una devaluación de lo local frente a lo importado. Hasta las papas las importamos, más de 50 millones de kg. de papas al año son de fuera, de Inglaterra, Egipto o Israel. Mientras tanto, en sitios como Garafía o Icod el Alto, en 30 años hemos pasado de cultivar 15.000 hectáreas a unas pírricas 4.000.

Lamentaba el otro día un agricultor del norte de Tenerife, que hemos perdido hasta a los gangocheros, que no hay quien compre ni tan siquiera unas calabazas. Ahora las traemos de Marruecos.

Valga como referencia Icod el Alto, zona de buenos suelos para papas. El año pasado importó para consumo más de 300.000 kg.

Gangocheros e intermediarios. En Canarias tenemos una lectura despectiva sobre el gangochero, como actividad informal ("hacen cosas poco serias en los negocios"). No digamos de los intermediarios, en una escala superior, ya que salen de la Isla. Estos últimos tienen una lectura poco cariñosa por la prensa y la historia de nuestra tierra, incluso Los Sabandeños le han puesto música en la Polca Frutera de Juan Pérez Delgado, Nijota, y hoy es una referencia de Canarias en el exterior, resaltando el margen y el poder del intermediario.

A la crisis agraria que sufren las Islas, debemos añadir el desfase entre lo que producimos y lo que demanda la población en nuestro territorio (huella de carbono, Kilómetro Cero o autoabastecimiento, etc.). El sistema de distribución de alimentos también es problemático, pues una cadena alimentaria con una demanda concentrada requiere de una oferta no atomizada como ahora, en la que caben empresas más ágiles, cooperativas o bien mixtas, menos burocráticas, que acerquen los agricultores a los consumidores, con productos de la tierra, con agilidad, con una mayor capacidad de acercar el campo a las zonas urbanas.

No es de recibo cebollas de Nueva Zelanda, ajos de China, pollos de Tailandia, calabazas de Marruecos, y aquí paro y tierras balutas.

Es posible otro modelo más solidario social y ambientalmente. Nos podemos autoabastecer en gran parte de lo que demanda nuestro estómago. Está en nuestras manos crear unas estructuras productivas y de distribución que generen un campo cultivado, y una sociedad urbana mejor abastecida y solidaria con esta tierra.

Demandamos una mayor coordinación e implicación entre la política agraria y los centros de distribución de alimentos, con garantías de rentabilidad para los agricultores y ganaderos.

La educación y la cultura han de implicarse en los valores ambientales y sociales de la agricultura y el medio rural.