viernes, 22 de junio de 2018

¿Vacas protegidas?

Leemos con preocupación algunos comentarios sobre el maltrato animal y las vacas, en los que los ¿protectores? plantean cómo hemos de tratar a las vacas, con argumentos teóricos, alejados del mundo agroganadero, con una cultura urbana en la que se asocia la ganadería con las mascotas, en una "humanización" animalista que ignora las relaciones entre las vacas y la ganadería. Quien mejor cuida a las vacas son los ganaderos, que, exceptuando casos aislados, ponen un gran esfuerzo en cuidarlas y mimarlas.

No es justo asociar el arrastre con maltratadores, idealizando la vida de los animales, como un recorrido sin trabajo ni compromiso. La carreta, la rastra, el arigón, lo asociamos con maltrato y tortura, olvidando que manejar animales como las vacas requiere que los ganaderos domestiquen, disciplinen, que nuestros jóvenes aprendan con las novillas como manejarlas.

El arrastre es un deporte que familiariza al ganadero con los animales, algo básico en la actividad ganadera, ya que necesitamos la domesticación, no sólo como elemento básico para trabajar, labrar, sino como actividad económica básica, dada la demanda que tenemos de productos ganaderos (leche, carne, estiércol, limpieza de maleza en el medio rural, pastoreo, actividades complementarias).

Aquí y ahora, tenemos gran parte de las Islas cubiertas de maleza, mientras que una vaca demanda al año más de 20 Tn de hierba. Nuestros ganaderos son trabajadores ambientales que nos protegen de los incendios con su actividad, y, en consecuencia, no sólo son cuidadores de la naturaleza, sino que nos aportan alimentos frescos y abonos, para una agricultura con menos químicos y más naturaleza con el aporte de estiércol, vacas y cultura.

En unos años se ha implantado en las Islas una cultura urbana que ignora las relaciones de nuestro pueblo con la naturaleza. Hace apenas 60 años teníamos vacas en la calle San Agustín, a sólo 20 metros de distancia del Obispado, o qué decir de las cabras de Pepe Monagas en las azoteas de las casas. El ganado era la calefacción central en numerosas viviendas de la España continental, y tantos otros sitios. En La Laguna, la calle Maya tenía varias vaquerías o el señor Mateo, junto a la Escuela de Magisterio. En cambio ahora, convertimos en clandestinos a los ganaderos en las laderas de San Roque o la Mesa Mota.

Nos preocupan los pocos jóvenes que aún van a la fiesta con sus vacas, que dignifican ser ganadero, que compran y cuidan una yunta en vez de comprar una moto, se sacrifican con sus animales, los cuidan y miman. En realidad, son una referencia de un mundo rural ignorado y maltratado en nuestra cultura. Ahora los urbanitas del WhatsApp los asocian a maltratadores, o las administraciones les piden que las vacas las lleven en "taxi" a las romerías, dados los sistemas de transporte que les piden, con instalaciones propias del transporte en el continente (tanto plataforma como toldo, aislamientos, etc.). No olvidemos que aquí las distancias no son más de unos kilómetros, y hasta ahora nuestros ganaderos han gestionado el transporte sin problema.

En pocas palabras, no sembremos más problemas a los heroicos ganaderos que cuidan la mermada cabaña que aun sobrevive, que tenemos que cuidar y mimar por una sociedad menos dependiente y solidaria, social y ambientalmente. Cuidemos a los ganaderos como patrimonio social y ambiental. Las vacas también son medio ambiente.

Aquí y ahora, las vacas no han de estar más lejos que los humanos que en Santander o en Holanda. La cinta métrica es la misma, los medidores son diferentes, en una cultura anti campo, anti naturaleza, y posiblemente alejada del sentido común. Con el sistema holandés tendríamos en Canarias más de un millón de vacas, y aquí y ahora tenemos en la seudo clandestinidad menos de 40.000 que aún subsisten en las Islas. Seamos más europeos también con las vacas.

viernes, 15 de junio de 2018

Canarias y el REA

Nos parece preocupante la situación que se está produciendo actualmente con la parte positiva del Régimen Específico de Abastecimiento, el REA (la que permite importar insumos para agricultores y ganaderos, como la papa de semilla o el alimento animal, y no la de productos como la carne o el queso importados con subvención, con efectos negativos). Con toda la razón del mundo, nuestros ganaderos lo han defendido, desde la perspectiva de que estas ayudas de la UE hagan competitiva la actividad ganadera en las Islas, dadas las dificultades que impone la geografía para el desarrollo de esta actividad: pastos, topografía, insularidad, atomización impuesta por el territorio, etc., etc.

Pedro Molina (qdep), y otros ganaderos, lucharon por conseguir una prestación económica que acercara los costes de producción en las Islas a otros territorios comunitarios. Las autoridades europeas le pusieron nombre y apellidos, metiendo dentro del REA recursos económicos para alimentar de manera complementaria nuestra ganadería, conjuntamente con otros apoyos más discutibles, dirigidos a financiar la importación de productos lácteos y cárnicos de la UE, o de terceros países con arancel cero. En cualquier caso, el apoyo para importar forrajes y cereales para la alimentación animal ha contribuido a que tengamos una respetable actividad ganadera en las Islas, que aporta una importante partida en carne, leche, huevos…, actividad que propicia que tengamos una cabaña que nos hace menos dependientes del exterior, que anima a la agricultura con aporte de materia orgánica para nuestros campos, no siendo menos importante el papel que juega la ganadería en el poblamiento del interior de las Islas, siendo en muchos casos gestores del medio rural, cuando participamos en la estabulación y el pastoreo, algo básico en la prevención de incendios forestales.

El problema principal con la importación apoyada vía REA es que, en apenas cinco meses del año, se ha consumido el total del presupuesto destinado anualmente a reducir el precio al ganadero de productos como la alfalfa, el raigrás, el millo o la avena, lo que puede suponer una fuerte subida de los precios del alimento a partir de ahora. Las razones tienen que ver con procesos de acaparamiento, insolidaridad y un mal uso de la ayuda.

Espero que el Gobierno de Canarias ponga orden en el tema, es decir, que las ayudas lleguen a todos los ganaderos de manera proporcional a la actividad que realizan, y que estas no se queden en manos de "espabilados", como leemos en la prensa.

Queremos que las autoridades comunitarias y las canarias velen porque dicho instrumento y su aplicación siga cumpliendo con un papel social de solidaridad con un territorio poco afortunado para la ganadería; que entiendan que hemos de castigar todo tipo de fraude o adulteración de un compromiso solidario con un territorio y un pueblo agradecido. Con tal modelo, que ha favorecido la potenciación de la cabaña ganadera en Canarias, haciéndonos menos dependientes del exterior, fomentando y anclando en el Archipiélago una cultura del ayer comprometida con el futuro, como de hecho ponen de manifiesto las granjas de gallinas, cerdos, pollos, cabras y vacunos, etc., qué decir del queso, huevos, leche, etc.

La incorporación de jóvenes a la ganadería es otra lectura que tenemos que hacer. La nueva ley del suelo, la potenciación y diversificación de la agricultura ecológica, tienen que ver con la actividad ganadera. La sostenibilidad de una agricultura más solidaria con el medioambiente requiere ganaderos, pastores y agricultores. La alimentación de la ganadería también demanda pastos y forrajes de nuestro medio rural, cama para los animales de nuestros montes, a la que hemos de incorporar tanto ramas verdes como pastos en entornos forestales, como la limpieza y pastoreo en los cortafuegos.

Los fríos y duros datos de lo ocurrido en el presente año requieren una intervención de los responsables políticos, que corten tal situación con solidaridad y transferencia. Espero que tal tema lo resolvamos en casa, por el bien de la sociedad canaria, y por la solvencia de un pueblo serio, que hace un buen uso de los recursos públicos.

viernes, 8 de junio de 2018

Agua y recursos en Tenerife (y II)

Ese día se produjo un rico debate sobre el emplazamiento de la depuradora que el Cabildo va a instalar en la comarca y sobre la mejor tecnología aplicable (sobre la que el Consejo Insular de Aguas, en colaboración con la ULL, han determinado que la más eficiente sería la de sistema MBR). Tenemos una lectura que genera dudas para un sector de la población, y tiene que ver con una historia poco afortunada con las depuradoras que hemos puesto en la Isla, que han funcionado mal, ya que el 90% de las instaladas no han sido operativas. Por otra parte, tenemos dificultades para asociar la dimensión que debería tener la nueva instalación en relación al agua a tratar en los núcleos urbanos de la Isla Baja. En su día, pusimos en marcha el Bolico, los Carrizales y Masca, que cuentan con sistemas adaptados a núcleos pequeños en zonas poco pobladas, pero que no se pueden reproducir en zonas más pobladas, que demandan una superficie lagunar y un modelo técnico para una población que supera los 10.000 habitantes, y la dificultad que genera un volumen de aguas estancadas en las proximidades de la población (mosquitos, costes de mantenimiento, estaciones para uso agrario, etc., etc.).

No hay duda de que la instalación de dicha depuradora será favorable, tanto por aspectos sanitarios, como por el aporte de agua a la agricultura de la zona, ya que hemos de regar no sólo la sequía pluviométrica, sino también la sequía de ideas en una isla que apenas utiliza el 20% de las aguas urbanas, y que aquí y ahora podemos mejorar la calidad del agua de riego, al aportar las de consumo humano, de mejor calidad, mezclando ambas.

Estamos en tiempos de reflexionar sobre un modelo más sostenible de gestión del agua, tanto en la depuración, como en la distribución del agua de galerías en las medianías para uso de la población y el agro, regando la zona costera con aguas depuradas y desaladas. No olvidemos que las galerías de Tenerife han mermado, donde en 1970 manaban más de 6.000 litros/segundo, en la actualidad solo quedan poco más de 2.500 litros/segundo.

Los tiempos nos obligan, tenemos que hacer otra lectura de nuestros recursos, separando dicho tema de la política. Atrás quedan los tiempos en los que construíamos hasta 10 metros de galería al día, y de estas manaban más de 200 Hm3/año. Ahora tenemos menos agua y de peor calidad.

No hagan campaña electoral con los problemas del agua. La tecnología y el buen uso han de ser la prioridad, el debate social sobre el uso del agua, agricultura, turismo, autoabastecimiento, cultivos de exportación, cabría en un contexto social. Sin embargo, ahora estamos poniendo en juego una instalación importante, planteando el "dónde", distancia a mi casa, o si se la podemos poner al vecino.

La zona y sus características, bombeo a la balsa de Taco, emisario para la salmuera, reúne una serie de aspectos favorables para instalar la depuradora allí. Pongámosla en el lugar más adecuado tecnológicamente, con el máximo de garantías sanitarias y ambientales. Las depuradoras son una necesidad, no son una opción.