lunes, 26 de junio de 2017

Portugal: no llegaron los bomberos

Sean estas líneas de reflexión sobre la cultura del territorio, lo pequeño, lo local, la cultura del medio, la autogestión, la aldea como comunidad, la relación de los vecinos con el entorno. Pautas que han de funcionar en entornos pequeños. La autosuficiencia, en el caso del fuego, no puede tener pautas urbanas: los bomberos.

Aquí se impone la prevención, los vecinos deben saber que en las proximidades de las viviendas no debe haber vegetación en la estación seca. Eso lo sabían los campesinos cuando éramos pobres, cuando no había bomberos en el medio rural, y mucho menos medios aéreos. Ahora confiamos demasiado en las máquinas y hacemos poco por la prevención. Nos decía el martes 20 de junio la ministra de Medio Ambiente, la señora García Tejerina, que España es la mayor potencia en Medio Ambiente, la señora García Tejerina, que España es la mayor potencia en medios aéreos de la UE, con más de 250. ¿Es suficiente?, ¿son eficientes?, ¿cuántas horas al día?

Viento, humo, topografía, etc., etc. Con los bomberos ocurre igual. No podemos aplicar pautas urbanas para proteger a los vecinos en los caseríos. Los que hemos vivido y sufrido los incendios sabemos que la iniciativa local es básica. Aquí la principal asignatura es la retirada de combustible de los núcleos de población. Las pautas urbanas en el modelo rural han roto gran parte de la gestión de antaño, apenas retiramos pasto, leña o cuidamos ganado.

Ahora en Portugal se han propiciado las plantaciones de eucaliptos como monocultivo para madera (combustible), mientras que ha habido una pérdida de actividades agroganaderas, y con ello se acumula maleza.

En los casos de Canarias, gran parte de las tierras en los entornos de los pueblos hemos dejado de labrarlas, ahora cubiertas de maleza ("31 de julio de 2007, 23:00 horas. Caserío de Redondo. Finca de los Cámaras, lleno de zarzales y helecheras, el fuego nos rodea"). Aquí y ahora, la lucha contra el fuego es el trabajo de la prevención del invierno.

En Portugal han ardido algo más de 30.000 ha, una superficie como La Gomera, quitando la vida a más de sesenta personas, con casi doscientos heridos. Aquí y ahora deben saber que la prevención es clave, que los bomberos y los medios aéreos nos pueden echar una mano, pero que están muy limitados ante una naturaleza en la que los llamados "tres-treinta" (temperatura, velocidad del viento y humedad inferior) y un suelo sin campesinos, a 30º con o sin cambio climático, pone el resto; no estemos pendientes del pirómano maldito o bien de la tormenta seca. Los veranos pueden ser más llevaderos haciendo prevención; hagamos lectura de lo que hacían las generaciones que no vieron ni carreteras ni helicópteros. No conocemos ninguna historia de tragedias como la de Portugal; conocemos situaciones críticas en Canarias, por el agua y los barrancos, por el poblamiento en su entorno, para el fuego tenían claro la prevención.

Sean estas líneas de una lectura responsable sobre lo que tenemos que hacer tanto desde el plano de las instituciones como desde el plano individual. Tenemos zonas con un grado de vegetación en las proximidades de las viviendas que ponen en peligro la integridad de sus vecinos, sobre todo ante una entrada de aire caliente con viento.

No hay bomberos para cada casa, y los medios aéreos son para un foco, unas horas al día, sin viento y con buena visibilidad. Lo efectivo es la prevención, retirada de combustible en la proximidad de las viviendas.

Hagamos una lectura responsable de nuestro territorio. Nuestros pueblos han sobrevivido a numerosos incendios sin quemarse, separemos el monte de las casas.

domingo, 18 de junio de 2017

Campo: algo más que PIB

Pedro Molina ha sido una referencia en la dignificación del mundo rural ante una cultura, la llamada globalización, que asocia modernidad con lo urbano, con la robótica, el whatssap.

Estamos convencidos de que los logros de la humanidad no pueden separar al hombre de la tierra, que las grandes preocupaciones de la sanidad, la educación, no pueden ignorar el suelo de donde salen los alimentos. Eso que llamamos la teoría del "Kilómetro cero" hasta aun a varios miles de kilómetros de las Islas. La rentabilidad económica se pone por encima, olvidando que los logros de la humanidad son logros sociales, o es un espejismo, fracaso cortoplacista que separa las demandas básicas por coyunturas comerciales y tecnológicas que nos alejan del entorno, en una falsa modernidad que margina, ignora, lo próximo, lo local, lo pequeño, lo nuestro. En cambio, la globalización, las bodegas de los barcos, los modelos insolidarios y egoístas ponen el resto. Disociamos lo que comemos, y nuestra tierra, incluso nuestra salud.

La agricultura y la ganadería, junto con el medioambiente, son asignaturas olvidadas tanto en el sistema educativo como en los valores prioritarios de nuestros pueblos. Los campos sin cultivar, la maleza, los incendios, las plagas en el mundo rural, los asociamos a los equipos forestales públicos, lucha contra incendios, las máquinas, los helicópteros, no al papel de los campesinos y los campos labrados.

No queremos animales en la proximidad porque tienen aparato excretor (solo se lo permitimos a los animales de compañía). Pedro, de una manera didáctica, incorpora las vacas y las cabras a las romerías, a la fiesta, frenando la hemorragia que sufría nuestro medio rural. La valoración de la vaca del país, las cabras y los burros entra en una nueva percepción de un mundo que había degradado lo nuestro, lo pequeño, lo de aquí. El arrastre, la romería, la revalorización del queso, la dignificación de los productos de la tierra ante un aluvión de productos importados.

La defensa de la agricultura y la ganadería, el freno al cierre de granjas ante la expansión de los adosados, ha tenido mucho que ver con Agate y la Cooperativa La Candelaria, con un tejido social creado en torno a la ganadería, una semilla que arraiga.

En una lectura de lo que ocurre con nuestro campo, la impronta de Pedro Molina ha marcado (no solo en Tenerife, sino en toda Canarias) la lucha por la dignificación del mundo rural, y en particular de la ganadería, siendo una gran referencia en La Laguna y todo su entorno. La localidad es hoy el mayor municipio agrario de Canarias, con casi dos mil hectáreas cultivadas, siendo con diferencia el que tiene más suelo sembrado de cereal, destacando el cultivo de millo como forraje para el ganado, siendo Pedro uno de los mayores agricultores de trigo de las Islas.

Pedro es un referente no solo por lo que ha defendido a lo largo de su vida como comunicador en los medios, sino sobre todo por lo que hace, ya que es de los mayores surcadores que arañan una amplia superficie de la isla, frenando la expansión de las zarzas, los matorrales, incluido el rabo de gato ("Pennisetum setaceum").

No olvidemos que vivimos en una tierra con múltiples problemas sociales, en unas islas en las que tenemos más zonas de cultivo en abandono que cultivadas. Faltan ideas, ilusiones, compromiso; algo que Pedro hace todos los días. Los cambios se han de producir en las ideas, en un modelo que dignifique también la cultura local, tanto a la hora de comer como en los tiempos de siembre y escarda, que haga que lo que espigue grane. Nuestros graneros están vacíos no solo de grano, también de ideas y compromiso. El amigo Pedro sigue sembrando, frenando el rabo de gato y la desidia.

Pedro no solo es referente porque haya contribuido a que La Laguna sea el mayor municipio ganadero de la isla, sino porque sigue siendo un modelo a seguir para el colectivo de jóvenes que se inician en el mundo de la ganadería.

Claro que hemos de hablar de rentas para los campesinos, pero sobre todo dignificar la tierra, los alimentos sanos, y los hombres y mujeres que cuidan de nuestro campo y la naturaleza en las Islas, con clara implicación de protección al mundo rural. Ejemplo de ello es Pedro, a quien felicito por el homenaje que le ha brindado recientemente la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, a la cual me sumo.

domingo, 11 de junio de 2017

De la Orotava a Guía de Isora


En los últimos años hemos venido realizando una lectura de nuestro territorio con poca reflexión sobre el entorno, ignorando el tema temporal, ya que vivimos con miradas básicamente económicas, con la luz corta. Tampoco tenemos un planteamiento de futuro, dejando tal temática para la tecnología y el "destino", asunto que damos por hecho, que no nos corresponde a los humanos... (otros piensan por nosotros).

Sin embargo, entiendo que, aquí y ahora, leer lo que ocurre sobre dos pedazos de tierra en la isla de Tenerife, en este caso La Orotava y Guía de Isora, resulta interesante. En estas dos zonas los cambios que se han venido produciendo son significativos, cambios que obedecen a los humanos, pues han sido los que han ido devaluando un territorio y han revalorizado otro, paisaje y economía, hijos de decisiones político-administrativas que han puesto en valor o depreciado un espacio cuando las modas y los modos, y los que han manejado los hilos del telar para hacer la manta, así lo han considerado oportuno.

La Orotava fue la joya de la corona, ya que disponía de agua y suelo para riego en la costa, y suelos fértiles regados por los Alisios, con un amplio campo de las medianías húmedas de Tenerife. Si tomamos como referencia los años 40, La Orotava era uno de los municipios más ricos de Canarias, mientras Guía de Isora era un territorio pobre y sin agua, cubierto por lavas volcánicas, sin apenas suelo donde hacer surcos, sobre todo en la parte occidental del municipio. En dicha época se producen los primeros alumbramientos de agua en la localidad sureña, comenzando de manera tímida los primeros cultivos de tomate.

Más adelante, en 1960, La Orotava tenía más de 700 ha de plátanos, alcanzando todo el Valle unas 1.500 ha, próximo al 30 % de la platanera de Tenerife y el 10 % de toda Canarias. Cuando el Puerto había alcanzado una capacidad hotelera similar a la actual, en el Valle teníamos más de mil hectáreas de platanera conviviendo con una de las zonas turísticas de más auge de Canarias en esos momentos, al igual que unas medianías vivas, sobre todo de secano, papas, ganadería, cereal, pastos, viña.

Al mismo tiempo, Guía de Isora comenzaba con cultivos de tomates, arañando entre malpaís y suelos transportados desde el barlovento de la isla, a la vez que los alumbramientos de las galerías se incrementaban.

En la década de los 60 se marcan pautas que diferencian claramente los dos territorios. Guía tenía 407 ha de plátanos mientras La Orotava aún mantenía 680; sin embargo, en tomate, Guía se había impuesto como el mayor municipio de la isla con algo más de 700 ha.

La Orotava-Guía de Isora en el s. XXI.- Posteriormente, La Orotava y el Valle optaron por un modelo urbano, que inutiliza gran parte del suelo agrario. De hecho, ahora es un solar como zona residencial (chalets y adosados), y con gran parte de las tierras sin ocupación. La platanera pasa de 1.400 ha en 1984 (Valle) a las pírricas 300 de estos momentos. Sólo cabe justificar las 200 ha de nuevos cultivos de aguacates; el resto de los territorios ocupados antaño por platanera están en gran medida como tierras no cultivadas, lo que ahora llamamos "barbecho prolongado", que en el Valle supera las 1.000 ha. En muchos casos, además, son tierras con infraestructura de riego. Quedan, por lo tanto, como referencia en La Orotava, únicamente los cultivos de secano: papas, viñas y tierras balutas con importantes infraestructuras de riego en total abandono, siendo de los lugares de la isla con menos problemas de agua.

Mientras tanto, en el pasado más reciente, Guía de Isora ha plantado, sobre las cenizas de los tomates (en declive, y actualmente con solo 15 ha), unas 400 ha de platanera, situándose como el mayor municipio platanero de Canarias, al incrementar los cultivos en invernaderos en unas 300 ha.

Como parte de un análisis general, entendemos que el problema del abandono de la tierra hay que abordarlo con actuaciones concretas y de calado. Es imprescindible desarrollar una ley de arrendamiento que penalice las tierras ociosas, y favorecer el acceso a créditos, asesoramiento y semillas para nuevas incorporaciones al campo, con precios y garantías para la producción local. Tenemos en Tenerife más de mil hectáreas con infraestructuras de riego abandonadas, tal como ocurre en Arico, Granadilla o La Laguna, con instalaciones ociosas, incluso invernaderos. Entendemos que una parte importante de las tierras inactivas son hijas de un modelo rentista sobre el suelo rústico, marginando la actividad productiva, con una cultura que relega el campo y la ganadería. No es solo un tema de rentabilidad cortoplacista, ya que en platanera hemos pasado de 14.000 a 9.000 hectáreas en Canarias, con importantes aportes comunitarios y continua hemorragia en los activos canarios. En el caso del Valle hemos sufrido mayores pérdidas al quedar reducido dicho cultivo al 30 % de lo que se cultivaba en la década de los setenta. Valga como referencia que los cultivos de las medianías del Valle, papas y viña, han tenido menores pérdidas en algunos casos, o bien lo que ocurre con la Cooperativa Benijos con el queso, con peor suerte con las papas.

Es cierto, no obstante, respecto a Guía de Isora, que no podemos idealizar su modelo, ya que ha perdido más de 1.500 puestos de trabajo en el cultivo de tomate, mientras los frutales de las medianías (higueras, almendros, vid) están en abandono. Por el contrario, las medianías del Valle aún respiran con los mayores productores de papas de la isla, en un territorio al que hemos importado el año pasado más de 50 millones de kilos, y aquí gran parte de las tierras de cultivo están cubiertas de maleza, con los peligros para el verano.

Una isla más sostenible demanda los cuidados en los frutales de secano de Guía, y la puesta en cultivo de gran parte del Valle de La Orotava, sobre todo las tierras que antaño fueron de platanera, hoy cubiertas de maleza, incluido el rabo de gato.

sábado, 3 de junio de 2017

Los campesinos: ¿especie protegida?

Vivimos en una tierra con fiebre proteccionista que quiere poner puertas, muros, alegatos proteccionistas; que si un saltamontes en Las Manchas en La Palma, que si una salamandra en el barranco de Erques, los escarabajos de La Tejita, el cardo de plata, la piña del mar... Nos parece bien. ¿Y los campesinos no son una especie en vías de extinción?

Si hacemos una lectura de lo que ocurre en el territorio, desde Betancuria a Garafía, encontramos numerosas localidades en las que no se labra un almud de tierra, no tienen una vaca, cabra u oveja... Todas las tierras "balutas", si leemos los datos de las altas en la Seguridad Social, significan que menos del 3% de los activos en Canarias, es decir, menos de 25.000 personas, están cotizando, cuando hace años teníamos como activos más del 20% de los activos de las Islas. Es decir, hemos declarado como protegido en Canarias aproximadamente el 50% del territorio; eso sí, sin presupuesto, porque ni tan siquiera ponemos recursos económicos y hacemos para gestionar, tanto los supuestos espacios protegidos como aquellos en los que hacemos surcos, que en Canarias es la pírrica cifra de cuatrocientos kilómetros cuadrados, es decir, el 5,2% de la superficie de las Islas de algo más del 15% tierras cultivables, y lo que es peor: tenemos una huida del medio rural, con la pérdida de población, no solo sin relevo generacional, pérdida de conocimientos, desvinculación al territorio, despoblamiento como sinónimo de empobrecimiento a dejar huérfanos de humanos. Más de veinte municipios han perdido población en los últimos años en Canarias; no solo tierras, aguas, instalaciones desde cuevas, estanques, frutales cubiertos de maleza, empobrecimiento en el sentido amplio.

Secamos las fuentes que manan sabiduría y nos quedamos buscando poquémons...

Los campos cubiertos de maleza, sin relevo generacional. Canarias debe tener la mayor superficie de tierras balutas de los últimos cuatrocientos años, campos cubiertos de aulagas, magarzas, tabaibas, verodes, rabos de gato, zarzas helecheras, hinojos, granadillos... Qué decir de frutales adaptados a la aridez, cultivados antaño en nateros, zanjas, ribazos, bordes de malpaíses, variedades de frutales propios de las zonas áridas.

Dignificando cultura y espacio.-

Variedades de higueras, almendros, damasqueros, guindos, castaños, nogales... Qué decir de chicharos, habas, garbanzos, variedades de cereales, papas, intercambios de semillas entre distintas zonas climáticas y suelos complementarios, costa, monte, norte, sur. Una sabiduría que nos hacía más sostenibles en el territorio, desde los nateros del barranco de Tenegüime hasta las rozas en la montaña de San Antonio en Garafía.

Dignificando plantas y conocimiento local, cultura y espacio, hacíamos útiles territorios con condiciones adversas. La paciencia, la tenacidad de nuestros campesinos, ponían el resto. Por ello, las higueras cultivadas en el barranco de Tenegüime (Lanzarote) y La Empalizada con El Hierro eran marcadamente diferentes. Qué decir de los castaños de Arafo y La Victoria en dos medios bioclimáticos marcadamente diferentes.

Vivencias locales y aportes de los emigrantes potenciando unos recursos locales, con aportes de sabiduría en el mundo empírico de acierto y error, como herramientas básicas, en el campo, cargadas de intuición y sabiduría enriquecida en muchos aspectos por la emigración. Valga como ejemplo las papas de color con fuentes en la isla de Chiloé y en los Andes. Qué decir de los mangos y aguacates y nuestros emigrantes con numerosas plantas introducidas, como es el caso de las batatas aclimatadas, incluso a los secanos de las Islas con pluviometría que no alcanza el 10% de los trópicos de procedencia.

Más preocupación por los lagartos de Salmor que por nuestros campesinos, maltratados e ignorados tanto en el plano cultural como económico, imperando una cultura urbana globalizada que devalúa lo local, lo pequeño, lo nuestro, asociando el campo al pasado, a la ignorancia, a la miseria.

Demandamos la revalorización del mundo rural, tanto en el plano cultural como económico. Valga como referencia que de los diez mil parados de La Palma, menos del 5% declaran ocupación agraria.

Pueblos en los que los agricultores los podemos contar con los dedos de la mano; la declaración del 50% del territorio como protegido es una medida voluntarista, ya que no se han presupuestado partidas económicas para tal declaración de intenciones. Tampoco hemos valorado la complementariedad de la naturaleza y el mundo rural de los agricultores y ganaderos como elementos activos, responsables históricos de la riqueza ambiental de Canarias y aportación básica de alimentos en la historia de las Islas. Tradicionalmente alimentos y medioambiente han sido elementos básicos en la gestión del territorio entre agroagricultura y medioambiente.

Los agricultores no se merecen guetos cargados de medidas, cancelas, gambuezas, puertas y barreras dictadas desde los despachos alejados del medio, su cultura y la gestión de las Isla.