domingo, 31 de diciembre de 2017

Plátanos de colores (III)

Estamos ante uno de los peores momentos en la historia del cultivo de los plátanos de Canarias, ya que esta semana se propone picar más del 20%.

En la Península siguen consumiendo plátanos (en algunos casos superan los 2 €/kg). Sin embargo, las ventas en el mercado en verde no alcanzan los 0,70 €, es decir, no queda para el agricultor más de 0,35 €, a lo que hay que restar más del 20% de pica que queda en Canarias. De esta producción que dejamos en el Archipiélago, una gran parte acaba en el vertedero, ya que el consumo en las Islas no demanda más de 20 kilos por habitante al año, mientras que en una sola semana de diciembre se ha dejado un kilo por habitante en Canarias y, concretamente en la isla de La Palma, doce kilos por habitante para una sola semana.

No olvidemos que los costes de producción están en torno a los 0,65 €/kg, y que, por otra parte, estamos en la temporada en la que menos fruta compite en el mercado.

La saturación del mercado se debe a la banana y a las peleas de familia locales. Existen seis organizaciones de productores de plátano (OPP), que, en muchos casos, hacen de agencia de aduanas y que no compran y venden en conjunto, como dicen los estatutos, sino que miembros de una misma OPP compiten en el mercado. Pocos buscan alternativas en el exterior; alegan que no quieren la pica porque tienen los plátanos vendidos en la Península; no nos dicen que juegan a la baja con los precios, que no queda nada para el agricultor, ya que los costes para poner un kilo del cantero al madurador superan los 0,34 € (cajas, empaquetado, flete, etc.). Por todo esto necesitamos un nuevo mercado, o bien dejar de cultivar, es decir, menos agricultores y más ruina para el campo canario, lo contrario de lo que se nos ha dicho en la UE, que ha puesto muletas para la agricultura en la Unión alegando razones sociales. Aquí y ahora, Asprocan, peleas de familia, pica sí-pica no, dejarlo en el campo, unos sí y otros no, la IGP, cajas con es adjetivos.

Cuando rebosa el vaso aplicamos la medicina de la pica; no somos capaces de un aprovechamiento como recurso, como alimento, bien para las personas o para el ganado (plátanos deshidratados). Hemos construido unas instalaciones en El Paso (Frutín) que han costado unos dos millones de euros de dinero público y están como un museo, mientras nos dicen que Coplaca quiere construir una similar en Valencia ¿Es acaso más barato deshidratar plátanos de Canarias en la Península?

Aquí y ahora olvidamos que podemos producir los plátanos más naturales, con menos venenos que muchos otros que entran en la UE; que nuestra fruta no está producida con sudor y hambre del tercer mundo, con hombres y mujeres que quieren ser ciudadanos con los mismos derechos y obligaciones que los europeos, que gran parte de lo que consumimos en Canarias viene de dicho territorio. No tienen razón de ser los planteamientos que parece que hacen un grupo de empresarios de Martinica y Guadalupe, que producen en África y abandonan a los campesinos tras el temporal de las islas del Caribe.

Aquí, el Gobierno y los agricultores no pueden seguir por el actual derrotero. Podemos mantener los puestos de trabajo, el paisaje y la producción haciendo las cosas bien, introduciendo sistemas de calidad en toda la estructura organizativa platanera.

También tenemos que hablar del descreste arancelario y el nivel de control. Se requiere establecer garantías para que las producciones europeas puedan mantenerse, sobre la base de que debemos ser la principal garantía de seguridad alimentaria y de producciones respetuosas desde el punto de vista social y medioambiental.

La Indicación Geográfica Protegida se ha de cumplir, y las OPP han de mantener un nivel de sociedad y solvencia que supere la miseria en la que nos tienen sumidos, y los agricultores han de poner ilusión y preocupación por la comercialización, para que esta se haga con el esmero con el que cultivamos la tierra.

Los plátanos tienen futuro si nos unimos haciendo las cosas bien, con profesionales rompiendo con la miseria de las peleas de familia. Los últimos acontecimientos en los que, apoyándose en el argumento de que se tiene todo vendido, a cualquier precio, algunas OPP están poniendo en riesgo la unidad del sector, no pueden permitirse. En este sentido, es fundamental que desde las administraciones se traslade el mensaje de que los sistemas de apoyo actual solo pueden garantizarse con un sector unido que apueste por la calidad de las producciones, y en el que el agricultor se considere el principal protagonista a defender. Cualquier iniciativa dirigida a obtener réditos a corto plazo a costa del conjunto del sector tiene que ser rechazada y penalizada. Solo así tendremos futuro.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Campesinos y rabo de gato

Hace unos días hice una lectura sobre el terreno en el sur de la isla de La Palma, leyendo el paisaje agrario que habría pisado hace cuarenta años. Los cambios son significativos. Gran parte de las tierras cultivadas en los ochenta están balutas, la viña ha perdido más del 50 % de los cultivos, la platanera ha ganado puntos tanto en Breña Baja-Mazo como en Fuencaliente y Los Llanos. Pero lo más destacable es la expansión del rabo de gato ("Pennisetum setaceum"), alcanzando desde la costa hasta tierras para siembra en las medianías, tanto en la zona de la isla que toca el Alisio, Montaña Las Toscas, como al oeste, en el Pico del Bejenao.

Gran parte de la expansión de dicha gramínea está ocupando tierras labradas hace unos años, tierras en las que se cultivaban boniatos, centeno, viña, higueras, tuneras, cereales y legumbres.

La pérdida de las tierras labradas, el abandono del pastoreo y la actividad ganadera, son factores influyentes en esta plaga. Valga como referencia la pérdida de más del 40 % de la superficie cultivada de vid entre los años 2000 y 2016 en la zona de Fuencaliente y Mazo, dejando un espacio ideal para el arraigo del rabo de gato, principal especie colonizadora en terrenos que han dejado de cultivarse.

La política de lucha contra el "Pennisetum setaceum" vía administración -como en el caso del Cabildo de La Palma- ha terminado en fracaso, ya que se ha basado en aspectos coyunturales en el plano político-administrativo.

La lucha contra el rabo de gato ha de contar con agricultores y ganaderos, con actividad sobre el territorio, en la que los recursos públicos colaboren con actividad económica sobre el territorio.

La viña, los boniatos y el pastoreo no pueden ser actividades marginales en la zona, como de hecho ocurre con los cultivos de antaño, hoy casi desaparecidos, plantas de gran capacidad productiva, como distintas variedades de boniatos, cultivos de secano en Mazo y Fuencaliente; y qué decir de la vid, que ha dejado de cultivarse en gran parte de dichos municipios.

La lucha contra el rabo de gato no puede ser un problema coyuntural de un contrato temporal, de unas cuadrillas amparadas en temas sociales de empleo. Los frentes de avance del "Pennisetum" están en terrenos abandonados. Por eso, la principal preocupación debe centrarse en la recuperación del paisaje agrario de antaño, mejorando las condiciones de agricultores y ganaderos, dignificando la cultura y la economía de los campesinos. Es la manera más barata para frenar la expansión de dicho problema. También, socialmente es una garantía de lucha contra los incendios, al eliminar maleza, mejorando la distribución de la población en el territorio. Y qué decir de la revalorización de los productos de la tierra en La Palma, Reserva de la Biosfera.

En relación a la categoría de Reserva de la Biosfera, señalar que no es sólo monte verde La Caldera y el Observatorio del Roque de los Muchachos. Son también las lavas casi humeantes de los volcanes del sur de la isla, cultivadas con plantas tropicales, como los boniatos en secano con pluviometría que no alcanza el 20 % de los trópicos, o con viña como la malvasía, exigente en humedad, cultivadas en bancales cubiertos de lapilli en Los Llanos Negros. Qué decir de los frutales, hoy en franco abandono, los morales, las higueras, las tuneras (atacadas ahora por una nueva cochinilla).

Frutales, boniatos, ganaderos, alimentos sanos de la tierra. Cultura agraria, dignificar lo pequeño, lo local, lo nuestro, el ayer hilvanado con el mañana.

El rabo de gato es hijo de una crisis agraria, de una crisis de valores.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Plátanos de colores (II)

No queremos creer que los plátanos tienen los días contados, ya que existe un colectivo de agricultores que pelea con ilusiones no sólo por cultivar bien, sino también por avanzar en la comercialización, mejorando de manera sensible nuestros plátanos en el mercado, teniendo como aliados a los consumidores en la Península, que han sido fieles a los plátanos de Canarias frente a las bananas y las multinacionales a lo largo de más de veinte años.

Aquí y ahora, los plátanos tienen un nuevo aliado: la preocupación por el cambio climático y la huella de carbono, y el papel que juega esta fruta en esta lucha. Su repercusión en la alimentación, sobre todo de los canarios, y en los hábitos de consumo en la Península, donde se alcanzan los doce kilos de plátanos por habitante al año (sólo superado por el consumo de cítricos), se refleja en los cuarenta frigos que salen cada día con un millón de kilos para la Península.

El principal cuello de botella sigue siendo la atomizada comercialización, que hace rígida la movilidad, tanto para nuevos mercados como para mantener el actual. Los responsables de la política agraria han de crear elementos que obliguen a la concentración, con aplicación de medidas que den solvencia al sector, reducir las OPP, crear condiciones para abaratar costes y potenciar la solvencia y la profesionalización. Los agricultores han de entender no solo que han de cuidar el cultivo, sino que debemos hacer un esfuerzo en la dignificación de todo el proceso. Con las políticas que hemos tenido hasta ahora, se ha fomentado una actitud de cambiarse de entidad atendiendo a los beneficios personales, y esto es una de las cuestiones que nos ha debilitado.

Los plátanos tienen futuro si mejoramos la comercialización, y entendemos que hemos de participar todos, comprendiendo que las muletas que pone la UE en los plátanos, la historia, el paisaje, el esfuerzo de varias generaciones de canarios, unido al compromiso de los consumidores en la Península, son nuestros aliados. Hemos de reducir costes; no es de recibo que tengamos más de noventa empaquetados, tratando en algunos casos treinta millones de kilos y en otros, medios millón. No olvidemos los costes de dichas instalaciones cincuenta y dos semanas al año, ni la obligación, por ejemplo, de tener que alcanzar las 20 tm3 de un frigo para abaratar costes.

Las miserias de familia no ayudan a potenciar nuevos mercados, como de hecho ha ocurrido este año con el hueco dejado por los productos de Martinica y Guadalupe tras el temporal. Mantener las instalaciones con sólo 7.000 tm3 semanal y las cajas cargadas de marcas y es que nadie lee y que encarecen el producto. ¿Para cuándo la caja única?

Hemos de reducir costes inútiles para tener solvencia profesional y que la IGP se cumpla. Reducir costes que nos hagan competitivos; nada de chiringuitos. La situación actual empobrece a los agricultores y grava a los consumidores, nos hace más débiles en el mercado. Está en nuestras manos mantenernos compitiendo con las bananas con las muletas de la UE, como toda la agricultura de la eurozona.

Defendamos la trazabilidad del huerto al consumidor, garantizando productos más sanos que han de ir en lo posible como cultivos ECO. No es razonable, ni tiene futuro, cobrar por medio kilo de plátanos en una bolsa de es lo que cuesta un kilo de bananas. Tampoco producir para llevar la fruta al vertedero o al ganado, entre otras cosas porque es el esfuerzo, la ilusión de los agricultores, además de trescientos litros de agua por kilo. Podemos sembrar futuro si corregimos lo que hacemos mal ahora.

La fidelidad al plátano de Canarias en la Península no tiene nombre y apellidos; la competencia vende a granel, no es cosa de caja de es. Es un alimento básico que hemos de cuidar como garantía de salud, como un bien de solidaridad entre ambos pueblos.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Plátanos de colores (I)

No tiene una explicación fácil decirles a los agricultores canarios que no podemos exportar nueve millones de plátanos en noviembre, en un mercado en el que no hay fruta de temporada, y que, en realidad, demanda más de doce millones de kilos semanales, máxime cuando vemos que los precios al consumidor entre el plátano y la banana dista en muchos mercados, estando muy por encima el precio de nuestra fruta. Valga como referencia los 0,40 ?/kg que presentaba como diferencia de precio entre el plátano y la banana un Mercadona de la localidad de Benidorm, y que es apreciable en numerosos mercados y supermercados de la Península.

Hemos de destacar que la comercialización ha mejorado y, por ejemplo, la presentación de los plátanos no tiene los niveles de rozaduras de antaño. Sin embargo, encontramos situaciones que hacen de cortocircuito. Veamos algunos casos:

En una cadena de supermercados (Consum, origen Valencia, extensión sur y este peninsular) encontramos los plátanos como exquisitez a 2,10 ? /kg, frente a las bananas a 0,99 ? la bolsa de tres dedos, es decir, las categorías han desaparecido. Las bananas tienen buena presentación, pero están sin nombre ni apellidos, sin lugar de nacimiento, y compiten mediante precios bajos, que además tienen apenas oscilaciones a lo largo del año.

En el caso de los plátanos, aquí y ahora tenemos más de treinta marcas haciéndose la competencia (¿para supuestamente competir en Península?) entre las distintas entidades locales, con las llamadas leyes del mercado. Sin embargo, la banana es diferente en su procedencia, pero ante el consumidor mantiene precio y presentación uniforme, y así nos va desplazando. La cadena que tiene los plátanos a 2,10 ? la próxima semana los tendrá que bajar si quiere venderlos ante la banana a 0,99 ?.

Mientras tanto, en Canarias los plátanos los enviamos al barranco o al ganado. Los agricultores cobramos una semana a 0,50 ?/kg, mientras que la banana sigue ganando mercado, y nosotros lo perdemos, ya que no podemos enviar a la piel de toro más de ocho millones de kilos.

Aquí nos lamentamos


lamentamos, echamos la culpa al calor, lamentamos que no haya viento que tire los plátanos del vecino, y el seguro resuelva lo que nosotros hacemos mal, porque no se ven razones para clarificar menos marcas, unificar criterios de comercialización y establecer precios con otros criterios, por ejemplo por temporada, que evite la picaresca de producir más kilos, olvidando el mercado. No podemos seguir manteniendo la situación actual de guerra local que nos debilita en el mercado, como ponen de manifiesto los hechos, ya que hemos pasado de vender más de doce millones de kilos en las semanas anteriores de noviembre, a los ocho de esta semana.

Hay razones objetivas para entender que los plátanos tienen problemas locales en Canarias, problemas de familia que tenemos que resolver, ya que con 140 millones de euros de la UE no hay razón para que tengamos como futuro la situación del tomate.

Los problemas familiares son siempre complicados; los tiempos nos obligan a una siembra de sentido común, de compromiso, de cuidar un cultivo que ha generado trabajo y recursos a lo largo de más de cien años. ¡Está en nuestras manos, superemos los pleitos de familia!