viernes, 25 de mayo de 2018

Agua y recursos en Tenerife (I)

Parece que los hechos nos están obligando a hacer otra lectura del uso de los recursos, ya que, hasta hace poco, la isla picuda olvidaba la problemática mundial del agua. Aquí y ahora miramos para el Teide y asociamos que las nevadas mantenían unos caudales que nos alejaban de los problemas. Pocos asociaban el agua al esfuerzo que se ha hecho por varias generaciones, que habían perforado más de 1.600 km de galerías y pozos, a los que se les daba una mala prensa, asociados con la especulación.

Agua que no solo es un bien limitado del que consumíamos en las zonas urbanas, próximo al 50% de lo que manaba de las galerías y manantiales, o lo que elevábamos de los pozos, a los que estamos aportando agua desalada con petróleo en cifras respetables.

La Isla Baja es un ejemplo de libro. Mientras hay un déficit entre lo que demanda la agricultura y la población en relación a los caudales disponibles, se establece una polémica por el dónde ubican la depuradora, ya que este pequeño territorio está dividido en 3 municipios.

Y sin embargo, se obvia que lo fundamental, en este caso, es la necesaria depuración y la reutilización de algo más de un millón de m3 de agua que ahora se vierte al mar o al acuífero sin depurar -como hacemos en gran parte de la Isla-; no olvidemos que de los más de 60 millones de m3 de consumo urbano, apenas reutilizamos 12. Esta situación no ha evolucionado en los últimos 15 años, estancada, con el riego en Las Galletas, con aguas depuradas en Santa Cruz, Adeje y Arona. Atrás quedó la época en la que éramos pioneros tanto de las Islas como de todos los territorios al sur de los Pirineos.

Aquí y ahora sufrimos un síndrome relacionado con la división municipal del territorio, y con la posibilidad de verter al volcán (pozo negro), ya que las más de 50 depuradoras construidas con dinero público en la Isla durante los años 80, apenas han funcionado porque no se construyó el alcantarillado, entre otras cosas porque de tales obras no "manaban" votos. Ahora, los hechos nos obligan a hacer una nueva lectura, ya que no nos podemos permitir continuar contaminando con las aguas sin depurar, no sólo por las leyes europeas, sino por sentido común.

Estamos derrochando entre el 8% y el 10 % del agua que demanda la agricultura en una de las comarcas que produce la décima parte de los plátanos de toda Canarias. Un territorio en el que la agricultura significa más del 30% de los puestos de trabajo.

La reunión mantenida por agricultores, el día 22 de mayo en Buenavista, pone de manifiesto que la mayor preocupación es cómo gestionar mejor un recurso que ahora es un residuo, y cómo incorporar una tecnología que dé garantías en una obra que supere las miserias de la política local, que han frenado y empobrecido el desarrollo de esta zona en los últimos años. Un mejor uso del líquido elemento, entendiendo que el Cabildo es quien pone los recursos económicos para una obra vital en la Isla Baja, que mejora de manera significativa aspectos básicos para la salud de la zona, cortar contenciosos en obras clave en la canalización del alcantarillado, incorporando las mismas al complejo sistema que funciona en torno a una planta de desalación y bombeo con el embalse de la montaña de Taco.

COAG-UPA-ASAGA. Los tres sindicatos agrarios con presencia en la comarca y los agricultores de la zona entienden que los aspectos sanitarios y el interés agrícola son prioritarios, ya que la comarca demanda más de 12 hm3 para regar algo más de 1.000 ha cultivadas en la zona.

Las galerías pierden cantidad y calidad, que ahora se mantiene con el complemento de una desaladora que aporta unos 4.000 m3/día, a la que se le añadirán unos 2.000 m3/día de aguas depuradas, cuando empiece a funcionar la depuradora, y aun así no se cubre el déficit de la zona, habrá que mejorarlo con otros aportes.

No es posible seguir dilatando la toma de decisiones en la zona para que el sector agrario tenga garantizada agua en cantidad y calidad suficiente. Se requiere dialogo y consenso, pero también un compromiso con aquellos que producen alimentos. Las tecnologías a aplicar deben ser compatibles con el respeto medioambiental y fiables, e igualmente permitir un aumento del caudal de agua que se ajuste a lo que necesita el sector agrario.

El próximo día 29 de este mes habrá un nuevo encuentro de agricultores, y esperemos que sirva para continuar dando pasos en la incorporación de infraestructuras y toma de decisiones que mejoren las condiciones de los productores de la comarca.

viernes, 18 de mayo de 2018

Carbón de Argentina

Cuesta entender muchas de las cosas que ocurren en nuestro territorio, ya que la devaluación de la cultura y la economía local ha provocado no sólo una pérdida de identidad, degradando lo que sabemos hacer, pero sobre todo, creando una mayor dependencia ante la debilidad de lo local frente al negocio de la importación.

El admirado Pedro Lezcano, en el poema de la maleta, nos acerca a lo que ocurre con el carbón. El negocio es el negocio. Lo pequeño, lo local, lo nuestro, lo han separado del interés colectivo.

¿Tiene explicación que en un territorio como el nuestro tengamos que recurrir a la importación del carbón desde el otro lado del mundo? Un territorio con más de 130.000 ha forestales, en las que hemos de hacer selvicultura, limpieza, abrir caminos, pistas forestales, cortafuegos, entresacas ante la alta densidad de árboles en los montes, leñas muertas, etc.

¿De verdad queremos arriesgarnos a la introducción de nuevos problemas para la salud de nuestra naturaleza, o que amplíen los que todos ya conocemos en nuestros campos, propagación de patógenos, etc.?

El carbón puede ser un elemento auxiliar para retirar combustible de nuestros montes, no tiene espacio, ya que no es una actividad para que la gestione la administración, y por otra parte no hemos creado un hueco legal para que empresas locales que sabían hacer carbón pueda actuar, pues los "máster universitarios" para tal actividad no están "homologados", ya que los requisitos que pedimos para tal actividad son similares a los de una planta industrial en un supuesto polígono.

Lo que ocurre con los carboneros es lo mismo que ocurre con numerosos oficios y actividades agrarias, que debemos cuidar que se transmitan de padres a hijos, y que estamos perdiendo, en medio de una sociedad que ha revalorizado la cultura libresca, alejada de una sabiduría local, vinculada al territorio. Las mal llamadas modernidad y globalización debieran mirar para el entorno, ya que nos hacen más pobres en nuestro medio.

El carbón de Argentina, las almendras de California, los higos pasados de Turquía, las papas de Egipto, los cabos de los sachos? las importaciones de nuevas plagas, nos deben hacer meditar sobre una revalorización de lo local. No olvidemos lo que está ocurriendo con numerosas plagas que se propagan en los cítricos y en los olivos, o el agotamiento de los suelos, con los monocultivos de soja en Argentina, Paraguay, y Brasil. Qué decir del glifosato, los problemas de salud, y las plantas que se hacen resistentes a él y a otros venenos similares.

Nos toca hablar y leer lo pequeño con más cariño y detenimiento. Una carne preparada con carbón de brezo y faya es también un valor de un pueblo que saborea y dignifica un territorio, pero también, que contribuye a una gestión más sostenida, en la que tenemos que hacer un esfuerzo ambiental y social, ya que la conservación de nuestros montes es también la conservación de nuestros carboneros, pastores y agricultores.

Hemos hecho unas leyes ambientales que han ignorado o excluido a un sector claves en los equilibrios entre el hombre y la naturaleza. Tenemos que encontrarnos con "viejos usos" que son claves para un mejor entendimiento con la naturaleza y las necesidades socioambientales. El monte no se gestiona sólo con más drones, helicópteros e hidroaviones, seamos más humildes, leamos los libros no escritos de nuestros abuelos, gestores de gran sabiduría, en la que había espacio para los carboneros sin "máster universitarios", y sin polígonos industriales. Dejemos los usos tradicionales con la lógica de la vida, de un pueblo sabio, que mantuvo nuestros montes sin gas butano y "máster ambientales" que ignoran la cultura de la tierra, con teorías urbanas y librescas.

No sólo importamos carbón, importamos también ideas que nos empobrecen. En Canarias sobra carbón, y faltan ideas y compromiso ambiental.

viernes, 11 de mayo de 2018

Puntagorda (II)

Hemos de leer lo que ocurre sobre la piel del territorio, asociando tal situación con las personas que han propiciado los cambios. Han mejorado la calidad de vida de los vecinos, sin degradar el medio ambiente, siembra que tiene nombre y apellidos, tanto por parte del consejero del Cabildo que puso en marcha las pistas, la red de aguas, depósitos, bombeo, como el soterramiento de la luz eléctrica hasta los 1.700 metros de altura. También, el alcalde, que participa en algo similar hacia la costa, planifica y crea infraestructuras en todo el municipio, favorece los cuartos de apero en el campo, con agua y luz, crea condiciones para mejorar las actividades económicas que hacen posible agricultura, medioambiente, turismo, conviviendo en espacios próximos sin conflictos.

La lectura de Puntagorda tiene nombres y apellidos, no dibujados en estas líneas para poner flores, aunque creemos que se lo merecen. Estas líneas pretende valorar un camino con rumbo que siembra modelo, que propone alternativas tan básicas y elementales en la Canarias en la que convive el mundo "saudí" y los bancos de alimentos, a pocos metros de distancias, en la que los asuntos sociales tienen mucho que ver con un modelo económico, que no es solo insolidario y egoísta, sino, lo que es peor, hablamos de la distribución de la cosecha sin hacer un surco para sembrar, pero tan siquiera sin encavar la (guataca-sacho), derecho de todos, pero obligaciones también. Si podemos hemos de cuidar la cabra antes de ir a buscar la leche al ayuntamiento.

Puntagorda es una referencia en La Palma, en muchos casos, es una referencia en Canarias, es un ejemplo de alternativas del sector primario, para dar salida a la crisis. Aquí y ahora, lo surcos no son sinónimo de un pasado, de pobreza y miserias, son compromiso de futuro, es más, convive turismo y sector primario. Se abren granjas y casas de turismo rural, se plantan frutales, incluidos almendros y se venden papas al Spar o en el mercadillo. Se cultivan viñas como antes, pero también con tecnologías de último grito. Cuidan la naturaleza y la agricultura. Tienen la red de aguas más extensa de Canarias para luchar contra el fuego, conviviendo con agricultura y caminos rurales, con rodales de pinos y naturaleza. Tenemos aquí bandas de granjas y cultivos, lo que significa que no abusamos de los venenos, actividades económicas que en otros municipios son antagónicas, aquí son complementarias, casas de turismo en las proximidades de granjas, pinos, cultivos.

Tenemos aquí los montes con los mejores cortafuegos de Canarias, con campos de viña hasta los 1.700 metros de altura y, en consecuencia, limpias de lo que llaman los ingenieros "combustible", aquí era pasto para el ganado o maleza, armonía entre cultivos y naturaleza.

El planeamiento del municipio permite que al poner agua y luz en el medio rural, asociando las actividades económicas, con un planteamiento previo, favorece la convivencia, alejando conflictos entre lo rural y lo urbano.

Alcalde campesino; sin duda, la relación de la máxima autoridad local con el sector primario es muy positiva para el mundo rural, ya que en la mayoría de los municipios de Canarias no tenemos concejal de Agricultura, y en muchos la agricultura es sinónimo de marginal, aquí es una referencia del mundo rural. El campo no es sinónimo de miseria y atrasos, aquí tenemos universitarios al frente de granjas y explotaciones agrarias, conviviendo con campesinos de siempre (lo empírico y lo teórico haciendo surco, azufrando la viña), cultura que dignifica y enriquece al campo y la naturaleza. Aquí, el campo es sinónimo de progreso, de futuro, de compromiso de la dignificación del ayer, de lo rural como compromiso de futuro.

Los encuentros económicos culturales del mercadillo, como el de los últimos días de abril, con la cocina de 20 países, el que la mayor cadena de supermercados de la Isla les compra las papas, son maneras de dignificar un campo que ha estado huérfano de compromiso, que ahora arropa el consejero de Agricultura, apoyando la incorporación de jóvenes de la que Puntagorda es un ejemplo de otra manera de hacer las cosas.

Creemos que lo que se hace bien en Puntagorda puede ser una referencia muy positiva, tanto en el plano ambiental como social para el mundo rural canario.

Enhorabuena para los que han cultivado y cultivarán, pero, sobre todo, siembran ideas en un campo en el que disminuyen los surcos y crece el rabo de gato, una tierra huérfano de campesinos.

viernes, 4 de mayo de 2018

Puntagorda (I)

En pocos lugares de la geografía canaria se presenta una situación como la que se nos ofrece en esta localidad. Hemos de entender que es el único municipio rural de La Palma que gana población, siendo una referencia en agricultura y ganadería, mejorando tanto en el plano demográfico, como en su potenciación como centro comarcal del noroeste de la Isla.

Históricamente, Puntagorda fue uno de los municipios más pobres de La Palma, carecía de manantiales y las precipitaciones la castigaban, como a toda la comarca del noroeste palmero, quedando como cultivos prioritarios el almendro y la vid, dada su tolerancia a la sequía. Se cosechaban aquí los cereales más pobres (cebada y centeno, principalmente). Pedro de Oliva escribe en 1860 que la cosecha era la más escasa de la Isla, quedando como actividad económica unas 2.000 pipas de vino, y unos 200.000 kilos de almendras, hasta la década de los años setenta del siglo XX, con la llegada del agua de Los Minaderos, con un aporte importante en la siguiente década de otras galerías de Garafía y la Laguna de Barlovento (viñedos cubiertos de rabo de gato).

Puntagorda es hoy uno de los pocos municipios que gana terreno labrado, siendo de los mayores productores de hortalizas de la Isla. Es el único que gana superficie de viña, unido al entorno de Tijarafe-Garafía, siendo Las Traviesas uno de los mejores viñedos de Canarias. Se ha aumentado la superficie plantada entre Briestas y Tinizara, mientras en el resto de la Isla se pierde terreno de cultivo desde Las Manchas hasta Mazo, no teniendo mejor suerte el noreste, desde Puntallana a Barlovento.

Hay numerosas sorribas para aguacate, naranjos y otros frutales. Comienza de manera tímida la comercialización de almendras, hoy semiasilvestrado. Son importantes los cultivos de papas, y los suministros para el mercado del agricultor más dinámico de La Palma, lo que hace, junto a los colegios, que se convierta en un centro neurálgico de la comarca noroeste, ya que tiene también un centro de prevención de incendios forestales y es el mayor abastecedor de la estación hortofrutícola de la Isla, en Breña Alta. Qué decir de la actividad ganadera, con más de media docena de granjas de cabras, varias bodegas y una actividad agrocultural en torno al mercadillo, siendo también destacables las actividades económicas relacionadas con el turismo rural.

Su mayor valor es haber roto con la "alergia a la guataca" que padece gran parte de nuestro agro, entre otras cosas, porque tienen más de 30 tractores y una juventud que ve el campo con dignidad, como referencia económico cultural, sin complejos, en la que el trabajo en él tiene la lectura de generaciones pretéritas, de lo que fue gran parte de la llamada "clase media" palmera, hoy en la emigración o soñando con los "máster en ciencias ocultas" para funcionarios.

Puntagorda es hoy un oasis de trabajo, de compromiso, de un modelo que dignifica el hoy, sin separarse del suelo, contando con un ayer, con unas señas de identidad, como referencia de una isla que sufre una crisis profunda, de alejamiento del entorno, incluso en el plano económico, ya que el vino, el queso, las hortalizas, los aguacates, las próteas, las naranjas, los ñames, etc., etc. (de los plátanos hemos escrito en otros momentos), todos ellos se venden, mientras que, sin embargo, los núcleos rurales pierden población, quedando jóvenes de forma testimonial. Las Breñas, Los Llanos y El Paso, con "urbanitas" con alergia a la guataca, con una tercera edad en los plátanos, reforzados con inmigrantes, ante una crisis que también es de identidad, de un campo devaluado social y económicamente.