viernes, 21 de diciembre de 2018

Canarias: campo y campesinos (I)

El paisaje agrario y el medio natural en Canarias tienen una compleja lectura en cuanto al uso de los recursos, ya sean las tierras labradas, los recursos naturales, o los activos humanos que gestionan nuestro medio. Por ello, la Seguridad Social y el campo son una referencia importante de cómo está la sociedad canaria, tanto en lo que se refiere a la relación del ser humano con el territorio, como la distribución de la población y el medio. Estudiando estos indicadores, podemos ver una radiografía de la ruptura entre lo urbano y lo rural, el desequilibrio entre el suelo y la población, y la presión del poblamiento en zonas antaño rurales, que se ven fracturadas entre el campo y la ciudad.

El modelo educativo y cultural armoniza o desarticula población y territorio. Y es que, en lo relativo a la formación profesional, ¿mira para lo rural o está orientada a incorporar población sin empleo en la sociedad de servicios? ¿Se tiene en cuenta al mundo rural, tanto desde el punto de vista de la actividad económica como en el plano ambiental? Estos son algunos de los interrogantes entre territorio y población.

La devaluación de la tierra y de la cultura ambiental son parte de un modelo que ha marginado lo rural. El sistema educativo-formativo está hecho para abandonar el campo. Es un modelo cuyas expectativas se centran en el espejismo urbano, la vida menos sacrificada, el turismo como modelo de vida, la fiesta, las importaciones de alimentos (bien sean de excedentes, bien en sistema dumping).

Esto nos ha dejado un panorama en el que existe una ruptura de las grandes superficies con la producción local, provocando la casi desaparición de los gangocheros locales, así como las tiendas de chochos, aceite, sal y moscas en nuestros pueblos. Todo ello avalado por leyes urbanas, que maltratan y degradan las actividades agrarias, la cría de animales, así como actividades y usos forestales. Leyes que designan supuestas plantas protegidas en tierras antes cultivadas, que ahora están balutas.

La organización del territorio tampoco ayuda a la mejora de las condiciones de trabajo en el campo. Un territorio con dificultades para la mecanización, un sistema de minifundios que dificulta la creación de explotaciones más adecuadas en un campo que ha de optimizar recursos, tierras en abandono que demandan una ley que favorezca el cultivo y castigue el absentismo en el medio rural...

¿Estamos en tiempos nuevos? Trump pone candados, habla de proteccionismo local, lo de la aldea global tiene dificultades. En Europa lo del "brexit" nos afectará, tenemos ambientes que revalorizan lo local (kilómetro 0). Parece que hay una cultura, tanto hacia la población local, como hacia el turismo, enfocada hacia la salud y la ecología. Los hábitos de vida sana ganan puntos, sin embargo, los activos agrarios no reflejan tal situación.

¿Todos camareros y funcionarios? Veamos el siguiente cuadro de población activa agraria en Canarias:

                   Total empleados         Cuenta ajena      Cuenta propia
Lanzarote                640                        438                     202
Fuerteventura          710                        421                     281
Gran Canaria         8.070                     6.826                  1.244
Tenerife               10.021                    8.247                  1.744
La Gomera               153                         98                       55
La Palma               2.162                       964                  1.198
El Hierro                  154                         64                       90
TOTAL CANARIAS 21.903                   17.119                  4.784         


El cuadro es una referencia de lo que ocurre con el capital humano en el medio rural de Canarias. Activos a los que hay que añadir a los pensionistas y otros que hacen agricultura a tiempo parcial. Este cuadro requiere un análisis más amplio, que haremos en el próximo artículo, en una lectura sobre territorio y población.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Canarias y la COAG

El pasado día 3 de diciembre, en la Vega de San Mateo, en Gran Canaria, la organización agraria COAG-Canarias (que en sus inicios fue la Unión de Agricultores y Ganaderos de Canarias) realizó un sentido y emocionante homenaje a aquellos que hicieron posible el nacimiento de esta entidad hace ahora 42 años. En ese encuentro, al que asistieron un centenar de campesinos y campesinas de todo el Archipiélago, y que contó también con la presencia de numerosas autoridades, se rindió un caluroso tributo a un grupo de guerrilleros del arado, que han dedicado su vida a defender el campo de estas Islas.

Gente como los ya fallecidos Liberato Padrón, Rafael Jiménez, y Pedro Molina, -descansen en paz-, junto a Manolo Caballero, Pedro Pérez, Félix Henríquez, y el que escribe estas líneas, iniciaron en la calle El Sol, 1, de La Guancha, en 1977, esta organización, la COAG, que afortunadamente continuamos manteniendo hasta nuestros días.

En estas más de cuatro décadas de lucha, la COAG ha participado en centenares de batallas defendiendo a los que viven y trabajan en el mundo rural. Por ello, me centraré en este artículo en los inicios, en las primeras reivindicaciones, cuando la organización no tenía las dimensiones de ahora.

Uno de los temas en los que la COAG ha tenido un mayor empuje en defensa de situaciones de nuestro campo ha sido el del agua. Así, por ejemplo, ya a principios de los 80, en La Gomera, la gestión de las presas de los Chejelipes, Iscagua y Palacios, construidas con dinero público y gestionadas por unos particulares, hizo que la nueva organización, con Liberato Padrón al frente en esta Isla, librase una batalla para poner en manos de los agricultores la gestión del líquido elemento en esa zona; batalla que se ganó con gran esfuerzo. Otra lucha con resultado exitoso en aquella época fue la llevaba a cabo en La Palma para la paralización de las galerías de la Caldera, cuyo mayor hito fue una importante manifestación en Los Sauces. También hay que recordar otras reivindicaciones en las que no tuvimos tanto éxito, como las relativas a la Ley de Aguas, cuya mala prensa y la supuesta sovietización de los canaleros derivó después en una importante problemática de empobrecimiento de los acuíferos por sobreexplotación en las Islas -sobre todo en Tenerife y Gran Canaria-, salvo honrosas excepciones en el caso de la isla de La Palma.

En la defensa del suelo rústico, la COAG ha tenido una constante participación en todos los procesos de elaboración de las leyes del suelo en Canarias, desde la Vega de Galdar hasta La Laguna, donde uno de sus fundadores y referente del sector ganadero en la totalidad del Archipiélago, Pedro Molina, se erigió como actor principal en defensa del suelo para la actividad agraria hace más de treinta años.

La participación de la organización, desde sus inicios, se hizo visible en los distintos sectores y las diferentes islas. En el caso del plátano, por ejemplo, se jugó un papel decisivo en la democratización de la Confederación Regional para la exportación de Plátano (CREP), con mejoras importantes para los plataneros; de hecho, como resultado de los cambios de aquella época, se consiguió reducir los fletes en más de un 40%. Igualmente se han tenido fuertes debates sobre la necesidad de simplificar los criterios de clasificación de los plátanos y reducir el minifundio comercial en este sector, participándose en numerosos actos y manifestaciones en la calle, especialmente en los periodos en los que se pica la fruta. También hay que recordar que se fue muy activo en las luchas para que no se vendiesen las licencias de los plátanos.

Otro hito destacable de la COAG en aquellos tiempos fueron las actuaciones para frenar las importaciones de papas y defender la producción propia, siendo esta organización la que montó una asamblea en el Casino de La Guancha, en la que participó Jaime Lamo de Espinosa, ministro de Agricultura de Adolfo Suárez, y en la que la administración se comprometió a que, mientras hubiese producción local, se suspendía la importación. Ese logro, con los años, se ha ido socavando.

En Lanzarote, a finales de los 80, la organización se volcó contra el fraude en la exportación de cebollas, momentos en los que se vivieron situaciones tan tremendas como el uso de los contenedores de fruta para la exportación fraudulenta de televisores.

Fue también relevante el papel destacado en la exportación de tomate, donde defendimos los cupos asociados a los agricultores y al territorio, como un tema social. Así, por ejemplo, La Gomera y Fuerteventura perdieron gran parte de los beneficios derivados de estos cupos, denunciado en aquella época por esta organización.

Y qué decir de la defensa de los productores de cochinilla de Guatiza y Mala, o las actuaciones para incrementar el precio a pagar a los productores por la distribución, o las demandas de que la actividad agraria tenía que ser valorada, y que a los campesinos se les reconociese su papel estelar en el mantenimiento de la biodiversidad y en el dar de comer a la población de las Islas.

Lo recogido aquí son solo algunas de las primeras batallas que, aquellos que iniciaron la COAG a finales de los 70, emprendimos en unos tiempos en los que se empezaba a generar el mal habito de creer que agricultura y modernidad eran incompatibles. Celebro que desde la organización se haya organizado un acto que, además, nos ha permitido juntarnos a compañeros de fatigas que hace mucho tiempo que no compartíamos charla.