viernes, 23 de febrero de 2018

Lanzarote: las aulagas y los boniatos

En una lectura de la riqueza agroambiental de Canarias, son sin duda los cultivos en jable de Lanzarote los que ponen de manifiesto los aportes de una riqueza cultural del mundo campesino, cargado de experiencia, en un sistema de acierto-error que demuestra la gran sabiduría agroambiental de nuestro pueblo. Un saber que, lamentablemente, lo asociamos al pasado, a la rutina, a la pobreza, a la ignorancia, en una sociedad cargada del espejismo urbano, que mira al exterior, incorporando modas y modos, devaluando lo local como sinónimo de pobreza y, lo que es peor, de un pasado sin futuro.

La tecnología, la mejora de las comunicaciones, la mecanización de la agricultura, los abonos químicos (¿agrotóxicos?) y los pesticidas han puesto las bases para el olvido y la marginación de los usos tradicionales, de los valores útiles y positivos, de su sabiduría, de aportes de gran valor agroambiental que ahora tendría una lectura rica en otro ámbito social.

Veamos:

La aulaga es una planta de medio árido, carece de hojas, y está formada por espinas. Es la planta que sobrevive a las puertas del desierto. Los conejeros sustituyeron la aulaga en jable por los boniatos (o batatas), planta tropical exigente de agua, de 400 a 600 m2 de agua por año. Ahora que hablamos de cambio climático, de plantas que soporten la sequía, aquí tenemos un ejemplo de libro. Con rendimientos de 6.000 a 8.000 kg/ Ha, cultivo que significó alimento para los isleños, siendo importante la exportación tanto al continente como a las islas británicas hasta hace unos años. No olvidemos que en el jable se cultivan también numerosas hortalizas y frutas (calabazas, tomate, sandía, etc.).

Jable es un vocablo francés derivado de "sable" (arena). Pero no es arena mineral, es arena de procedencia animal, formada por conchas y moluscos triturados, la marea los deposita en la playa de Famara, y el viento los transporta a lo largo de un corredor hasta Playa Honda al sureste.

El jable fue un castigo para los antiguos campesinos, ya que ahogaba los cultivos de grano o cereal, hasta que los luchadores campesinos conejeros incorporaron los boniatos, creando un sistema de control de la circulación del jable. En la piel de los campos utilizaron setos vivos o muertos que frenaban la circulación de la arena, depositando el jable al pie del seto, y extendiéndolo también por toda la parcela. También tenían un sistema de barbecho, retirando la hierba para mantener la humedad y la fertilidad.

El manejo del jable tiene un valor extraordinario, ya que el cultivo del boniato tiene algo menos de 200 años. Véase Jaime Gil y Marta Peña, y otros cultivos tradicionales de Lanzarote.

Otra lectura del jable. Gran parte de las tierras donde se cultivó el jable ahora es lo que llaman "monte aulaga", y lo que queda cultivado, una parte está enarenado con riego, ya que los campos de secano están cubiertos de aulaga. No olvidemos que los boniatos se han quedado en la actualidad con un consumo reducido en las islas, si bien ahora cultivamos una nueva variedad cubana, con boniatos más pequeños, ya que las variedades de antaño dejaron de tener interés comercial por su excesivo peso.

En una palabra, los cultivos en jable son una lección de sabiduría y riqueza cultural, de aporte de imaginación y lucha para optimizar un medio hostil. Un ejemplo que la escuela y la Universidad han devaluado, identificándola como cultura de la pobreza, todo ello regado por la ignorancia de una sociedad que ha dejado de lado lo nuestro, lo pequeño, lo local. Una sociedad en la que los boniatos no entran en la comida preparada, ni en los valores de moda actual, tampoco entran en lo que les presentamos a los turistas, ni como gimnasio para los jóvenes.

Es necesario reivindicar el valor cultural de los platos con este cultivo, desde un puchero a boniatos al horno y tantos otros platos.

Qué decir del valor como paisaje, referencia de un cultivo único en el mundo, cultivado sobre restos marinos que los alisios depositan en tierra, regados con la lluvia del desierto. Plantas tropicales gracias a la sabiduría y el saber hacer de los campesinos conejeros, sistema que dignifica el trabajo y el esfuerzo de nuestros hombres y mujeres del campo, que cultivan sobre restos marinos de moluscos milenarios.

Volvamos al cultivo sobre los campos de aulaga, dignifiquemos social y económicamente a nuestros campesinos.

viernes, 16 de febrero de 2018

Tenerife: el agua y las papas

Cuesta entender cómo cada día somos más dependientes del exterior, ya que todos hablamos de la sostenibilidad, de la huella de carbono, de la diversidad de la agricultura como paisaje y como elemento de cohesión social, y de estabilidad ambiental, etc., etc.

Desde el punto de vista de la lectura de nuestro paisaje, las papas han sido una referencia desde los valles del norte de Lanzarote hasta Taibique en El Hierro. El territorio en el que cultivamos papas no ha tenido competencia con el suelo urbanizable, la competencia está en el agua. La isla que ha tenido la mayor superficie cultivada ha sido Tenerife, donde ha encontrado un duro cuello de botella en el sotavento, básicamente en los jables del sur, en Agache o Ifonche. En el norte de la isla, la mayoría del cultivo apenas lo regamos, en numerosas ocasiones con un par de riegos en mayo-junio se salva la cosecha.

Con respecto a las aguas del sotavento de Tenerife, los procesos de urbanización y la demanda de agua han sido decisivos en la crisis. Veamos: Tenerife ha cultivado más del 50 % de las papas de Canarias. Valga como referencia la exportación del año 1976/1977, cuando de las 44.000 Tm exportadas, por un valor superior a los 800 millones de pesetas, Tenerife había producido entre el 70 u 80%. En el año 2017, Canarias importó 60.000 Tm de papas de consumo, es decir, 30 kg por habitante, pasando Canarias de sembrar unas 15.000 Has a situarnos en algo menos de 5.000, ya que hemos pasado de importar 17.000 Tm de papas de semilla 1976/77 a solo 6.000 Tm el año 2017.

Papas y agua. Gran parte de los agricultores del sotavento de Tenerife alegan que el principal factor limitante es la carencia de agua. No olvidemos que producir un kilo de papas es similar al consumo de un turista al día (unos 300 litros), y el precio del agua es igual para el consumo humano que para la agricultura.

Ruptura entre agua y agricultura. En los últimos años, gran parte del agua ha pasado a ser controlada por 3 o 4 empresas urbanas, que compran el agua de las galerías, pozos o desaladoras, y abastecen a la población y al turismo. No tenemos comunidades de regantes, en la gestión del agua para la agricultura el interés de los nuevos gestores del agua no está en el campo.

Veamos algunos aspectos del mercado:

Los precios que cobran las comunidades de agua por una pipa oscilan entre los 0,17 ? de la galería de Vergara y los 0,46 ? por pipa desalada en Las Galletas. Hay otros precios de agua desalada, en torno a los 0,30 ?.

Como vemos, a los nuevos gestores del agua no les interesa la desalada, ya que obtienen más barata la de galerías y pozos.

El mercado no regula. El agua no es una mercancía, es un bien básico para todos, es por esto que la gestión de las galerías, pozos y canales debe cuidarse, es preciso poner recursos públicos, participando con los comuneros para la optimización de este elemento vital. También es necesario que los ayuntamientos y áreas turísticas utilicen agua desalada en sus zonas medias y bajas (esto es, cotas inferiores a los 350 s.n.m.), dejando los aportes hídricos de las zonas medias y altas para el regadío.

El autoabastecernos de papas u otras hortalizas está en nuestras manos, con otra política hídrica que tenga un mayor compromiso con la relación agua y agricultura.

El mercado no regula, todo lo contrario. Y lo que es peor, construimos las desaladoras con dinero público, lo que distorsiona los precios del agua tanto en el plano urbano como en las comunidades de galerías y pozos, que en muchos casos acaban descapitalizadas, como de hecho ocurre con los canales construidos hace 70 años, cuando el agua tenía como finalidad el riego. Hoy el uso urbano requiere en muchos casos de tubos cerrados y los anteriores han quedado en la ruina.

Demandamos un nuevo marco legal que priorice agua para la población y para la agricultura, que optimice las desaladoras, usándolas como herramienta complementaria de la agricultura y el medioambiente. Y no digamos lo que se podría hacer con la depuración de las aguas urbanas y su aprovechamiento para el agro. Es urgente otra política hidráulica.

Las importaciones de papas del año 2017 no solo ponen de manifiesto nuestra dependencia del exterior en un producto básico que podemos generar nosotros, también son expresivos los costes, más de 26 millones de euros, sino que olvidamos que suponen también varios miles de puestos de trabajo. Puestos que de generarse en nuestras islas jugarían un papel positivo, ya que la población en el medio rural es la principal cuidadora ambiental y gestor de nuestro medio.

El agua en el campo es mucho más que un bien de comercio. Necesitamos vincular el agua a la tierra, tanto en el plano social como en el ambiental.

viernes, 9 de febrero de 2018

Papas "dumping"

La aragonesa María Moliner, autora del Diccionario del Uso del Español, nos introduce la palabra inglesa "dumping", que significa que una mercancía es vendida con precios más bajos que los costes de producción, y ello supone que crea ruina para los productores del país en el que se comercializa. Con ello, Moliner no nos presenta una nueva variedad de papas inglesa, sino que nos traduce al castellano una picaresca del comercio internacional que crea problemas serios a los que lo sufren.

Hace cuatro o cinco años, en Canarias comprábamos papas a 5 euros los 25 kilos, es decir, 0,20 euros el kilo. ¿Es posible producir papas en Inglaterra, envasarlas y transportarlas a Canarias por sólo 20 céntimos? Ahora podemos contemplar parte de los resultados: los precios de importación doblan los de las supuestas papas baratas, ya que los precios anteriores hicieron desertar a los agricultores que las cultivaban en Canarias.

Ahora sólo hay tierras balutas; ahora tenemos que pagar las alegrías de las papas "dumping", a las que se unen otros problemas relacionados con el agua, la sequía, la polilla guatemalteca, etc., etc.

Como vemos, la filóloga no introduce una nueva variedad de papa; nos dice que hay que poner en valor el trabajo, el esfuerzo, lo pequeño, lo local, en resumen, separar el trigo de la paja, fuera de espejismos coyunturales. El coste de las cosas tiene que tener armonía; por ello, los agricultores deben tener una recompensa por su trabajo. Lo que nuestra experiencia señala es que, cuando no hay papa local, el precio al consumidor sube, ya que el importador sabe que, no habiendo papa canaria, puede llevar al alza la papa de fuera sin mucha dificultad.

Apoyar la producción local es, además, una garantía de calidad. En el caso de este año, por ejemplo, consumiremos papas inglesas "viejas" (cavadas en septiembre pasado) por lo menos hasta abril, ya que la cosecha local de invierno ha tenido problemas con la escasez de agua, sobre todo en los jables entre La Escalona y Agache.

Aquí, el cuello de botella es el agua, ya que los cultivos en jable como siembra de verano demandan más de 200 l/ m2. Este verano ha sido largo y seco, encontrándose, además de las mermas de las galerías, las carencias en la balsa de Trevejos, y la dura competencia de las demandas urbanas, situación que requiere un esfuerzo por parte de la administración para suministro de abasto urbano de las zonas medias y bajas con aguas desaladas.

Las papas y la vid son también paisaje, población viviendo en el mundo rural. Es necesario dignificar un territorio y su gente, donde el autoabastecimiento es algo básico. Qué decir de las papas como un plato de la tierra. Los agricultores demandan unos precios similares que cubran sus costes de producción, que, dependiendo de las zonas, puede situarse entre los 0,50 ?/kg y los 0,60 ?/Kg. Nuestros productores están dispuestos al autoabastecimiento de las Islas doblando la superficie cultivada, mejorando no sólo la calidad y la estabilidad de un plato básico en la dieta de los canarios, con un consumo de más de 30 kg por persona y año.

Las papas y su cultivo significan también diversidad en las medianías, tanto cuando se alterna con legumbres y cereal como cuando complementa a la viña. También es de destacar el papel que cumplen las tierras sembradas de papas como barreras contra incendios forestales en las medianías, sobre todo en el norte.

Las papas de significan también un elemento de identidad y referencia en el paisaje y la cocina, una seña de identidad vinculada al vino del país. En consecuencia, nuestro medio rural no se entiende sin papas y vino.

Tenemos que dignificar a los agricultores y ganaderos echando de las Islas las papas "dumping" de María Moliner; aquí y ahora podemos autoabastecernos con papas canarias.

Las papas "dumping" siembran una miseria en nuestro campo y espejismo en el mundo urbano, al dejar los surcos para el rabo de gato. Las papas son más baratas cuando hay producción local.

viernes, 2 de febrero de 2018

Comprometido con lo nuestro. Pedro Molina: in memoriam

Cuesta hilvanar, en unas pocas líneas, la que ha sido una de las personas más ricas en el plano humano. Fue un hijo de la tierra comprometido con su gente, solidario con el mundo rural, con una sabiduría cargada de un ayer rico en vivencias de gran valor para entender el hoy, y como referencia de un mañana que sembraba todos los días. Pedro fue voluntad de esfuerzo y compromiso hasta el último aliento (estuvo sembrando trigo en el Rodeo, o en el arrastre unas pocas horas antes de entrar en el hospital)

Pedro tenía claro que, en los tiempos que nos toca vivir, el campo no se defiende sólo con el arado y la hoz. Como ejemplo, su convivencia con la ganadería, la labranza para mantener los animales, y los programas en medios de comunicación en los que fue un maestro con gran autoridad, no sólo moral, sino bien documentada. Sus planteamientos sobre el REF, sobre la política agraria, las importaciones, la defensa de la producción local frente a los "lobbys" de los grandes importadores, etc., fueron algunas de las cuestiones que le llevaron a ganarse el respeto de todo el sector. Su papel en la defensa del matadero, la vaca canaria, el queso, las cabras.

Marcó escuela, con los jóvenes incorporados al campo, el arrastre, las vacas y las romerías, como elementos de dignificación y acercamiento del mundo rural a la sociedad urbana, que no quiere que cante un gallo en la madrugada isleña.

Qué decir de Pedro en la defensa del suelo rústico y su filosofía de que "el mejor protector del suelo rústico es el que lo cultiva". No es casual que sea La Laguna el mayor municipio en superficie labrada de Canarias. Recordemos también a Pedro y el "no" a la autopista por Los Rodeos o a la vía al sur de la Mesa Mota.

Pedro fue un maestro autodidacta, capaz de mantener debates sobre economía, medioambiente y entorno económico canario con profesionales de la materia y del mundo universitario. Se ganó el respeto no sólo en el plano ético, campo en el que todo el mundo era consciente de su valía por su defensa del interés colectivo.

Molina fue un muro ante los procesos de vida fácil, comida rápida, "dumping" y campo para urbanizar. Entendemos que es en este ámbito en el que tuvo una visión adelantada a su tiempo, ya que, ante el espejismo del dinero fácil, tierra igual solares, comida barata, campo como sinónimo del pasado, él se plantó en la defensa de la vaca basta (hoy reconocida como una raza propia), de las semillas de nuestra tierra, los aperos de labranza y en sacar a la luz la contaminación con el campo y lo rural, el valor y el precio de las cosas (el agua, la leche).

Ahora oímos hablar de que China es el mayor importador de alimentos del planeta, y de que parte de la deforestación de Brasil, Paraguay y otros es a causa de la plantación de soja para abastecer al gigante asiático, mientras que las cuencas de los grandes ríos Hoang-Ho y Yang-Tse, en los que se cultivaba arroz, ahora son ciudades y autopistas. Pedro, sin viajar a China ni Java, tenía claro que no hay que visitar el Yang-tse para comprometerse con lo pequeño, lo local, lo nuestro. Con su defensa de las tierras para hacer surcos entre Las Mercedes y Mª de Birmagen, dejó un campo cargado de compromiso, con su obra y su buen hacer.

Nena, Pedrito, Cacho y un colectivo amplio, como alumnos, estamos comprometidos con escardar y cuidar su sementera. Sirvan estas líneas para trasladar nuestro respeto y cariño a Pedro y su familia.