viernes, 27 de abril de 2018

Los campesinos y los pinos

Hoy toca hablar de lo ocurrido en Granadilla, que debe ser un toque de atención de una política forestal con poca prevención y demasiada confianza en las máquinas.

Decía el año pasado la ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, que España es la mayor potencia de la UE en lucha contra el fuego, con más de 250 aparatos aéreos. Sin embargo, en momentos de dificultades como los vividos recientemente en el Sur de Tenerife, este planteamiento de combatir el fuego vía aérea no parece ser suficiente. Aquí tenemos numerosos puntos de difícil acceso, pistas poco cuidadas, como ocurrió en Granadilla, por ejemplo en la pista de Las Vegas a Madre del Agua, o el puente del Barranco de El Río, sin concluir. ¿Dónde están ahora los ecologistas que lo pararon?

Hemos olvidado que el monte gana nuevo espacio y los campesinos retroceden. Antes limpiaban el monte, pastaba el ganado, y ahora tardamos casi un año en darle permiso para limpiar o cortar en un trozo de monte, alegando que si una faya o un brezo tienen tantos centímetros de tronco, no digamos de la dificultad para cortar un pino que afecte a un cultivo, una vivienda, un canal de agua, etc., etc.

No miremos solo para los pirómanos, la gestión es fundamental.

Es bueno que leamos lo que ocurre en el territorio. En la década de 1970, la geografía de Canarias registraba más de 70 puntos con denominación de un pino "en singular"; hoy, sin embargo, en muchos casos tenemos en dichos puntos un pinar, como pasa en La Guancha, con tres pinos, denominados los 3 hermanos, que hoy forman un bosque, y tantos otros sitios, como en el noroeste de La Palma, donde a los pinos se los "afeitaba" (ya que solo multaban por talar el árbol), formándose un pinar en forma de ciprés, para mantener en su entorno pastos y cultivos. Hoy cortar un pino genera un papeleo propio de un territorio deforestado, con gran presión sobre el monte, propio de los años 50.

Aquí y ahora, demandamos otra política forestal, creando cuadrillas, con más dotaciones, con conocimiento y manejo del territorio, con buenas relaciones con los campesinos, formando un todo entre el medio ambiente y el mundo rural y forestal, mejorando los caminos, los cortafuegos, las pistas forestales, creando un tejido humano vinculado al territorio forestal y a los vecinos. Cuando un monte se quema, algo nuestro se quema. ¡No más barreras de burócratas!

Lo del hidroavión ante el incendio de Granadilla, en el que las condiciones no fueron favorables para el fuego, pone de manifiesto los puntos débiles que tiene nuestro sistema, ya que una amplia superficie -entre el 20% y el 30%- de las Islas Occidentales que es forestal tiene una gestión deficitaria, con más de 200 ha por trabajador forestal encargado de su cuidado. Y, lo que es peor, seguimos limitando los usos tradicionales en los pocos casos en los que ganaderos o agricultores proponen actividades en el medio rural, como ocurrió en Chivisaya con don Nicomedes y sus cabras frente a las supuestas plantas protegidas entre los pinos de repoblación.

La actividad agraria y forestal requiere más recursos, ya que hoy apenas tenemos gestores en nuestros campos ante la pérdida de agricultores y ganaderos, que hacían una gestión compartida de nuestros montes. Por ello, en el campo de lo social, tenemos que cuidar toda actividad en el entorno forestal, hemos de cuidar a los gestores de los montes y, entre ellos, de manera preferente, a los campesinos. Y fundamental es la labor de los cabildos, con apoyos coyunturales de otras administraciones, como ocurre en los incendios, entendiendo que la prevención es básica, es un trabajo de todo el año. Ahora tenemos bomberos, pero apenas trabajo forestal.

Necesitamos profesionalizar equipos para los trabajos en los montes, ya que antes eran agricultores los que dominaban las tareas forestales y los conocimientos sobre el monte, y ahora son urbanitas, aunque vivan en el medio rural. Si los pinos y el monte están en expansión y los agricultores están disminuyendo, entendemos que en unas islas cargadas de caminos, senderistas, coches y áreas recreativas, de urbanitas, etc., etc., no se pueden gestionar los montes con más de 200 ha por operario, como ocurre en la mayoría de los casos, porque entonces nos encontramos con situaciones como la de Granadilla, en la que los equipos debieron caminar más de 2 horas para llegar al fuego debido al abandono en el cuidado de las pistas.

La gestión ambiental en las Islas es mucho más que adjetivos y declaraciones bonitas, que la reserva de parque y demás. Necesitamos una política forestal para una nueva época, hemos de hacer silvicultura, entre otras cosas, entresacar gran parte de los pinares y montes cargados de árboles, para unas mejores condiciones forestales.

Miremos para Portugal o California. Lo que ocurrió en Granadilla, en La Palma o en Gran Canaria son avisos de que hemos de mejorar la gestión forestal. ¿Qué hubiese ocurrido si el incendio de Granadilla hubiese sido en agosto?

No es razonable importar leña y carbón en Canarias, o abonos orgánicos para la agricultura, mientras nuestro monte está cargado de maleza y leña. Otra gestión es necesaria.

viernes, 20 de abril de 2018

Canarias y Portugal

Leemos en la prensa una serie de medidas que aplican las autoridades portuguesas como prevención de los incendios forestales, lo cual nos parece de interés para nuestro Archipiélago, dado el clima y los peligros de ambas realidades geográficas. Canarias tiene mucho en común en el plano físico, con veranos largos y secos, diferenciándose de Portugal en que, aquí en las Islas, los montes públicos son mayoritarios, mientras que en Portugal se fueron privatizando tras la Revolución de los Claveles de 1974.

En el país vecino existe una gran explotación maderera, con monocultivo de eucaliptos, mientras aquí domina la vegetación natural, sin apenas actividades forestales en nuestros montes.

En ambas regiones, además, hay poca gestión para la retirada de material combustible. En Portugal, a las empresas particulares sólo les interesa la madera, y no hacen silvicultura, mientras que en Canarias se han suprimido los usos tradicionales, pues no hay interés económicos (leña, horquetas, ramas para el ganado, etc.), y en contadas ocasiones se hacen rozas, en parte por la crisis del mundo rural, en parte por una política conservacionista rígida. El resultado final es que tenemos la mejor masa forestal en la historia de los últimos 400 años en Canarias. Sin embargo, los recursos humanos que demandan el cuidado de algo más de 120.000 ha son muy pobres.

Las medidas portuguesas no son aplicables directamente aquí, ya que los montes son mayoritariamente públicos, y a los privados les hemos limitado los usos, y en consecuencia el interés ambiental ha de proteger la naturaleza de las Islas, sin distinción de la propiedad.

Sin embargo, si es posible tomar referencia de algunas líneas de actuación recientes de Portugal, en las que, por ejemplo, se obliga a los particulares a la limpieza del monte, con fecha limite el 31 de mayo, con implicación para el cumplimiento de las medidas de la Guardia Republicana (GNR, equivalente a la Guardia Civil), aplicando multas de hasta 120.000 ?. Más importante que las medidas, nos parece la actitud de los responsables políticos que las aplican, el socialista Antonio Acosta, al que también respalda el presidente, el conservador Marcelo Ravelo de Sousa, unidos por el compromiso ambiental, separando el conflicto electoral.

En Canarias la situación se complica, no solo por las miserias de la vida política, sino también por tener que contar con tres administraciones con competencia en la gestión del monte.

Entendemos que los cabildos han de dotarse de más recursos humanos para hacer prevención en nuestros montes, ya que las plantillas existentes no cubren un mínimo de las demandas de los mismos, sea retirando combustible, mantenimiento de pistas cortafuegos, red de aguas, etc., etc. Entendemos que la situación de Portugal es la consecuencia de la mala gestión de los montes privados, de lo que también podemos aprender. Más del 50% de los incendios en la UE se produjeron en Portugal el año 2017.

No es bueno esperar a las desgracias para acordarnos de Santa Bárbara; que si helicópteros, que si hidroaviones? todos los recursos son necesarios, pero la prevención es básica. Demandamos más personas y, por supuesto, mejorar las relaciones con los campesinos, fomentando los usos tradicionales, con cultivos de las zonas próximas al monte. Qué decir de lo que ha hecho el Cabildo de Tamarán, legalizando la trashumancia en sus montes, después de más de cuarenta años en lucha por un uso, hoy suspendido en el resto de las Islas.

El monte también sufre la crisis agraria porque está rodeado por campos de cultivos, cubiertos de maleza, donde han nacido muchos incendios en los últimos años.

Espero que los responsables públicos en Canarias pongan más recursos para gestionar la mayor superficie forestal de las Islas, con casi el 30% del territorio, gestionado por una docenas de cuadrillas. Nuestra naturaleza demanda más recursos y menos adjetivos, más vale prevenir que curar.

Entendemos que hay que hacer leyes más tolerantes con los usos tradicionales, ya que gestionamos el mejor monte que han tenido las Islas en mucho tiempo, y ello requiere gestión humana: campesinos, agricultores y pastores, vida en los pueblos, no aldeas sin vida, como ocurre en parte de Portugal. Las más de cien mil hectáreas de monte del Archipiélago son la resultante de una gestión sabia y comprometida de nuestra gente con la naturaleza. En época de penurias, con muchas carencias, cuidaron nuestros montes, con usos que hoy no permitimos. Dignifiquemos, pues, la sabiduría de los campesinos.

sábado, 14 de abril de 2018

La Laguna y los surcos (y IV)

Entendemos que muchos de los problemas del agro y los agricultores en La Laguna no son exclusivos del medio territorial, es decir, los problemas que genera el minifundio. La crisis de las cooperativas, que han jugado un papel positivo durante muchas décadas, los problemas de alejamiento de los jóvenes del campo, la agroquímica y los agro tóxicos como alternativa, campo y rentas, campo y salud, piche y cemento como alternativa, la devaluación de lo rural como sinónimo de un pasado de pobreza e ignorancia.

Hemos de entender que no hay una medicina que cure todo, ya que el campo de ayer, la cooperativa y el gangochero tuvieron un techo, explicando además parte de lo que ocurre en nuestro campo hoy. La implantación de las grandes superficies, concentrando la distribución y la compra de los productos del campo, pusieron el resto. El campo y los campesinos quedaron ahogados, era imposible vivir una familia con 15.000 kilos de plátanos, cuando dejamos de producir el resto de alimentos y servicios del entorno: la vaca, las gallinas, el cerdo, el estiércol. El trabajo familiar es sustituido por el suministro a los supermercados, implantando una economía monetaria en el mundo agrario.

Ahora se vende más pienso para mascotas, en algunas cooperativas, que pienso para gallinas o cabras. Tenemos una ruptura en el mundo rural. No hay un modelo de un camino para recomendar. Parece claro que hay agricultores que les va bien, que comienzan abriendo caminos, sustituyendo el modelo anterior por maneras de acercar al productor y el consumidor, buscando una relación directa entre ambos (mercadillos, pequeña distribución, restaurantes, tiendas, cadenas especializadas en la distribución, etc.).

Leemos en el territorio que hay empresas que sobreviven, incluso crecen, y se potencian cultivos como plantas tropicales, hortalizas, flores, ganadería, vino, viveros, papas, etc. Estas son referencia de otra manera de hacer las cosas y, lo que es más importante, están incorporando jóvenes como profesionales, que superan los complejos de antaño, planteándose vivir del campo sin reparos y miserias de antaño. En algunos casos están arrendando o comprando tierras, siendo un ejemplo que alumbra otro modelo viable y posible.

Tenemos algunos cuellos de botella con los aportes de ayudas de la administración, como la exigencia de comercializar al menos 200.000 kilos para recibir la ayuda a la producción vendida localmente, que entendemos debe bajarse para que muchos pequeños agricultores participen de las mismas. Por otra parte, el sector ganadero y la cooperativa de La Candelaria tenemos que ver como potencian la carne del país. También, los cereales para la producción de gofio de la tierra (millo, trigo), tema clave con los molinos, ya que necesitamos solvencia y garantía con este producto muy nuestro, algo que ya tenemos con el vino y el queso. Qué decir de los boniatos y de las papas borrallas como elementos que dignifican Anaga.

Hemos de potenciar las ferias, los mercadillos, la agricultura ecológica, los bancos de tierras para jóvenes, con préstamos de semillas, con asesoramiento técnico. Qué decir de los huertos escolares, reconvertir el campo y la agricultura como actividades lúdicas.

Son elementos ejemplarizantes de lo que hacemos y producimos aquí el ganado, los frutales de la tierra, las hortalizas, los vinos, el queso..., como referencia de un pueblo que dignifica al campo, al trabajo, al gofio y el cereal, al paisaje de las medianías, tal como defendió y cuidó Pedro Molina (trigo barbilla, vaca del país y productos de la tierra).

No tenemos una solución única, ¿agricultor y vendedor?

Entendemos que tenemos que valorar las cosas que hacen los que les va bien, ya que nuestra tierra demanda sembradores de ideas que hagan camino al andar, ya que sembrar ilusiones en el mundo rural debe estar cerca del surco, pues el campo sufre un bombardeo teórico, que, en muchos casos, lo siembran personas con alergia al sacho. Aquí y ahora otro campo es posible, leamos lo que hacen los agricultores a los que les va bien, afortunadamente tenemos numerosos ejemplos para sembrar ilusiones.

viernes, 6 de abril de 2018

La Laguna y los surcos (III)

Leer lo que ocurre en la piel de este municipio, y la relación de sus vecinos con el territorio, pone de manifiesto que el mundo agrario sufre un síndrome cultural de valores mucho más complejo que el manido tema campo-ciudad, que, indudablemente, ha creado desiertos demográficos en numerosos puntos de la "piel de toro".

Cuando analizamos lo que ocurre en el campo lagunero (tierras sin campesinos, red de riego, establos en abandono, maleza en zonas con viña, glifosato para sustituir a la cava), encontramos que el factor humano, su cultura, sus valores, sus prioridades se han alejado del campo, de la naturaleza, o quizás nunca han estado con lo rural, con sus problemas y sus ventajas.

Hablamos mucho del bolsillo y poco de calidad de vida y de alimentos sanos. La modernidad y la moda la asociamos a las máquinas, a los agrotóxicos y herbicidas que eliminan las supuestas plagas de la naturaleza, alejados del sacho confiamos en el merry y el tractor. Mientras en la zona europea la Francia de Macron plantea eliminar el uso del glifosato del campo francés, aquí y ahora, gran parte de los viñedos no los cavamos, y solo ponemos "quema-yerba". Fincas que hace unos años eran un vergel ahora son un erial con el suelo planchado, donde el agua no infiltra y se seca, y esto ocurre tanto en La Laguna como en muchos otros municipios de nuestra geografía canaria.

Hoy por hoy existe un alejamiento del campo por parte de nuestros jóvenes como nunca se había dado en los ciclos de la economía canaria. La cultura que transmitimos a nuestros jóvenes desde la familia, la escuela y la política, disocian campo y progreso, campo y modernidad, futuro, progreso, prosperidad. Campo es pasado, trabajo, torpeza y miseria, disociamos campo de alimentos, salud, progreso, modernidad, futuro digno y más seguro.

No es solo cuestión de dinero, hay numerosas actividades que exigen sacrificios sin contrapartidas económicas y tienen éxito, los caballos, los perros, coger olas y el surf. Es más, hay familias que tienen una actividad agraria funcionando y no tienen continuidad familiar, mientras los herederos sufren los problemas de una sociedad de consumo cargada de pretensiones de difícil atendimiento por la administración y asuntos sociales.

La Laguna tiene un patrimonio de suelo con buenas instalaciones de riego en la costa, red de tuberías, canales viarios, pozos, red de Balten, u otras más modernas como la depuradora recién inaugurada. Una cultura agraria de las más dinámicas de la Isla, que fue un emporio de hortalizas, flores, plantas ornamentales, mejorando humanamente con técnicos universitarios, lo que da lugar a un enclave económico, apoyado en una actividad que podría ser rentable y que puede dinamizar nuestra sociedad, haciéndonos menos dependientes, con unos territorios y unas islas más cuidados, más prósperos.

No se entiende campos balutos, bancos de alimentos y paro. Se asemeja al modelo venezolano, con campos sin cultivar, miseria y hambre. Aquí tenemos que dignificar el campo, nuestros jóvenes han de entender que la modernidad no está reñida con el campo, que se puede ser moderno y campesino, que se puede vivir de lo que da la tierra, que lo rural no es cosa del pasado, de un mundo de ignorancia y marginalidad. No es bueno el modelo de la Venezuela saudí, que ha producido la actual situación. Aquí y ahora, hemos de dignificar el campo, y para ello tienen que incorporarse miles de jóvenes en una agricultura más respetuosa con la naturaleza, con tierras en las que el tractor, el merry y el sacho sean más compatibles con la dignificación de la vida en el campo.

No tenemos que hacer un máster en ciencias ocultas para vivir del campo, podemos ser modernos y campesinos, tenemos que romper con muchos complejos para dignificar el mundo rural. La administración tiene que poner instalaciones, con modelos que funcionen, que dignifiquen la actividad agraria y que permitan vivir de ella, desde los colegios hasta la universidad. Las máquinas nos ayudan, pero las manos de campesinos no se acomplejan por ser más ásperas, todo lo contrario.

En La Laguna hay posibilidades para generar trabajo y riqueza, en un agro que tiene un importante papel en la agricultura canaria, aunque tiene muchas tierras balutas con muchos jóvenes con alergia al campo. Tenemos que plantar y sembrar.

La creación de bancos de tierra, poner recursos de semillas, asesoramiento técnico para orientar a los jóvenes y que aprendan a pescar. No olvidemos la figura clave de Pedro Molina y cómo logró salvar la vaca del país, dignificando social y económicamente a los ganaderos en la cooperativa.